Austedes no les pasa que, de repente, un estribillo se les mete en la cabeza y no deja de repetirse, una vez tras otra, contra sus vanos intentos de apartarlo del pensamiento? Pues en ésas mismas estuve yo ayer, dale que dale, con aquello de "soy una rumberaaa, rumberaaa, ¡vamos a bailar!". Parece que fue ayer y, sin apenas darnos cuenta, Melody, "la del gorila", se ha convertido en toda una mujercita que, el próximo doce de octubre, alcanzará la mayoría de edad.

Cuando muchos la habían olvidado, y otros no confiaban demasiado en su futuro profesional, me acabo de enterar de su regreso a los escenarios con un trabajo, "Los buenos días", donde ha firmado, de su propio puño y letra, tres de los temas. Así que, ipso facto, me puse al habla con la jovencita para, por un lado, felicitarla por tanta buena nueva y, por otro, saber por dónde andaba. "Estoy en Barcelona porque voy a grabar un programa. A partir de ahora, es lo que tengo: promoción y galas", me explica la que redescubro como una chica serena y afable. ¡Qué cierto es que el tiempo todo lo aplaca! Y que siga así pues, en caso contrario, el tránsito por este mundo resultaría bastante infructuoso.

"Miro hacia atrás y veo a una niña por la que no siento pena, sino felicidad. Me sacrifiqué, con la ayuda de mis padres, y he podido dedicarme a lo que de veras quería hacer". Lo mismo que unos optan por ser periodistas y adoptar la duda constante como su leit motiv, otros, como nuestra amiga, prefieren subirse a un escenario y hacer disfrutar con el arte con el que han nacido (y, más tarde, han perfeccionado). "Estos tres años de ausencia los he aprovechado para aprender a cantar, a componer y a tocar la guitarra y el piano", concluye la que, borrando cualquier duda al respecto de lo que habría de ser su destino, fue bautizada como Melodía.

Sin novio a la vista aún, Melody reconoce que se casará y tendrá hijos… Algún día. Al fin y al cabo, de la misma pasta estamos hechos y, como los gorilas, uh, uh, uh, todos caminamos.