Crónica personal

Pilar Cernuda

María la Brava

LA llaman María la Brava, y no hace falta explicar las razones. Mariano Rajoy y Ángel Acebes le pidieron que fuera redactora de la ponencia política del PP, junto a José Manuel Soria y Alicia Sánchez Camacho, no midieron bien las consecuencias: a María no le iba a llevar al huerto quien gobierna en Canarias en coalición con nacionalistas, y desde el primer momento puso pie en pared a lo que ella consideraba componendas inadmisibles con partidos que, en el País Vasco, han amargado la vida a los militantes del PP y han compadreado, con quienes bailan el agua a los etarras.

María San Gil estaba a favor de una España solidaria abierta, a favor de que la ponencia definiera al PP como partido reformista, centrista y liberal, pero apostatar de la política que ha llevado durante años no estaba en su cabeza. Ni en sus principios, y dijo que no a lo que ella consideraba adulteración del mensaje que debía transmitir el PP. La discusión no quedó en casa, no quedó en el círculo Camacho-San Gil-Soria, sino que las discrepancias se filtraron a los medios de comunicación, y eso fue lo que llevó a San Gil a tirar por la calle de en medio y anunciar su abandono de la ponencia.

Soria ya filtró a los medios la ponencia económica que debía elaborar para el congreso anterior con Elvira Rodríguez, pero la ex ministra logró, a base de pelea, que la ponencia saliera como consideraba adecuado, sin importarle que pudiera ser acusada de echar marcha atrás en determinados puntos. Con la filtración del borrador de la ponencia política, pretendían colocar a María San Gil en el ala derechista, dura y radicalizada del partido si se negaba a admitir determinados párrafos hechos públicos. Así que se inclinó por abandonar el trabajo de la ponencia y que Soria la defienda en el Congreso. A ver qué ocurre entonces.

Es propio de San Gil anteponer sus principios a las conveniencias políticas, por eso es tan querida en el PP, tan elogiada, tan "brava". Lo ha hecho siempre y lo hace ahora, aunque crea un problema serio a Rajoy, un Rajoy que en dos conversaciones mantenidas con María esta semana apoyó su posición en la ponencia, pero no movió un dedo para que Soria recibiera el mensaje. Cuando parecía que el PP recobraba un punto de ilusión, con el anuncio de que González Pons iba a formar parte del futuro equipo, surge un nuevo conflicto, y nada menos que con una de las personas más queridas del partido. Una sensación parecida a la que se vivió la semana pasada cuando se supo que Acebes se distanciaba del proyecto de futuro.

Rajoy empieza sufrir las consecuencias de haber iniciado una renovación sin madurarla suficientemente, en la que algunos de los mejores del PP son relegados mientras se promociona a quienes no tienen media bofetada política.

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