LÍNEA DE FONDO

J.M. Sánchez Reyes / Jmsanchezr@diariodecadiz.com

Manteniendo la elegancia

Después del señorío de Frank Rijkaard llega Guardiola, un dandy dentro y fuera del campo

SE va un tío elegante y viene otro que no tiene nada que envidiarle. Después del señorío demostrado por Frank Rijkaard, que ha dado una lección al ridículo politiquillo Laporta, llega Pep Guardiola, un dandy dentro y fuera del campo. Es la apuesta del club en su huida hacia adelante tras el estrepitoso fracaso de esta temporada. ¿Le pasará al Barsa lo mismo que al Cádiz con Oli? Laporta ha buscado a una cara amable para el barcelonismo, aunque después de dos campañas sin rascar bola se convierte en un acto de fe confiar en un entrenador sin experiencia en un equipo de tanta exigencia como el del Camp Nou.

Pocas veces un entrenador de un equipo grande ha sido tan respetado hasta por su eterno rival. Frank ha sido para el madridismo algo así como Del Bosque para el barcelonismo. Ni una palabra más alta que otra. Nada de carnaza para las portadas de los diarios. Humildad y trabajo. Clases magistrales para los egocéntricos presidentes que han tenido que soportar.

Los partidarios de Guardiola en la directiva del Barsa parecen haberse impuesto a los que pedían a Mourinho. La plantilla hubiera recibido una dosis de disciplina que está pidiendo a gritos, pero la entidad correría el riesgo de ganarse antipatías añadidas a las que provoca el cateto catalanismo del presidente actual. En tiempos de reconstrucción de una imagen vilmente dañada por el histórico carácter autodestructivo del Barsa, un entrenador tipo Schuster no hubiera ayudado en nada a la captación de nuevos adeptos y al intento de recuperación de culés decepcionados. Guardiola es el último cartucho de Laporta para reconducir la situación... si es que antes no le obligan a marcharse.

El fútbol abandera el fracaso de la directiva. En tiempos pasados, los éxitos del baloncesto y el balonmado eran un bálsamo para las heridas de la sección futbolística. Ya ni eso. Laporta va camino de convertir su ilusionante proyecto del principio en una de las épocas más negras del barcelonismo.

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