De poco un todo

enrique / garcía / mÁiquez /

Llámame Paco

STALE de una casa una chica rubia, guapa, enérgica, y empieza a decirme: "Paco, ven, Paco, Paquito, Paquillo..." Dudo por unos momentos si contestar, pasando por encima del detalle nimio de la nomenclatura. Justo en ese instante, caigo en que se enreda entre mis pies un pequinés bastante feo que, aunque no responde al nombre de "Paco", debe de llamarse así. Adiós al dulce malentendido.

Lo de los nombres de persona para los perros es cuestión delicada. Primero, sobre todo, por respeto al santoral; y después por las situaciones comprometidas a las que da pie. Andrés, un tipo bien serio, empezó a salir con una chica muy joven y, tan apasionado fue el noviazgo, que se casaron muy pronto. En una de las primeras noches, él escucha que ella habla en sueños: "Ay, Marcos, qué cosas haces, ay, Marcos, ay, vete, ven, ven, no te vayas...". Furioso, la despierta y monta una escena desorbitada de celos. Al fin se entera de que "Marcos" es el caniche que ella tanto había querido, muerto hacía unos meses, del que no le había hablado por temor de muchachita a parecer más niña aún de lo que era. Parece un cuento de Nelson Rodrigues y no lo es porque no terminó en crimen pasional, con el asesino enterándose a la entrada de la cárcel de que los restos de ella habían ido a reposar junto a los de su querido... perrito Marcos.

Casi nunca tan melodramáticas, las confusiones que producen los perros con nombres cristianos son continuas. El abuelo de mi cuñada, ya puestos, se divertía complicándolas. Le puso a un perro "Como-tú". Le preguntaban el nombre. "Se llama 'Como-tú'", respondía; y entonces todos, como ante un espejo, empezaban, fingiéndose muy divertidos, a tratar al perro como a un inesperado tocayo: "Ven, Enrique, ven..."

A los perros les cuadran nombres comunes, con un guiño irónico: "Pita" y "Yuca", por ejemplo, son apropiados para dos perritas teckel de pelo duro. O "Nebo", para un perro grande que nunca podrá entrar en la casa, destinado a trasnochar en la caseta del jardín, en broma culturalista que ustedes no necesitan que les explique. Poner nombres históricos, como "ZP" es arriesgado. La historia va tan rápido que a los dos o tres años nadie se lo explica. Y cuidado: el nombre de un antiguo amor dificulta el olvido.

"¿Tú no te llamarás también 'Paco', no?", me preguntó la chica, mientras acariciaba suavemente al afortunado pekinés. Me había visto a un pelo de responder.

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