Juan III

Forma parte de lo que se llamó la Transición y que ahora algunos se empeñan en derogar y destruir

"Majestad, por España, todo por España ¡Viva España! ¡Viva el Rey!» Incierta la fecha pero imborrable el plano. Detrás del Conde de Barcelona y de doña Mercedes, y de los reyes Juan Carlos I y Sofía junto al Príncipe de Asturias, un cuadro. Una ceremonia como íntima pero cargada de simbolismo y de emoción. Don Juan de Borbón, hijo de Rey, padre de Rey, entregaba a Juan Carlos I la Jefatura de la Casa Real, que ostentaba. En la Zarzuela. Para los monárquicos españoles, la abdicación. Porque la legitimidad monárquica es como una Ley que traspasa todas las legalidades del Estado en el tiempo. Digo en España y en todas partes donde hay o ha habido monarquías.

Hace 25 años que murió el Conde de Barcelona, sepultado en el panteón de reyes del Escorial como Juan III. Hoy, en el monasterio donde se guardan los restos de los reyes de España, Felipe VI, la reina Letizia y los reyes Juan Carlos I y Sofía, asisten a una misa funeral por el eterno descanso de su alma. El avatar de la monarquía española discurre por un cauce discreto en el que las noticias, en demasiadas ocasiones, son la quema de las imágenes de los reyes. Por España, todo por España, viva España. Y por eso España vuelve a ser algo a romper, trocear, dividir y enfrentar. Y el Rey, o la Reina, símbolos de la unidad y permanencia de la Nación, el gran impedimento. Imposible reconciliar, pues, las pulsiones centrífugas, la fragmentación de lo que la historia fue uniendo, cosiendo y soldando durante cientos y cientos de años. Mientras exista una monarquía constitucional y democrática, como nuestra Monarquía española.

Un cuarto de siglo nos separa de aquellas imágenes de un Rey que llora lágrimas, del hijo que entierra a su padre. La historia de la monarquía corrió pareja a la de un largo período de excepcionalidad. La guerra civil lo rompió todo y dejó heridas que todavía algunos se niegan a que cicatricen. Don Juan de Borbón quiso una monarquía de todos que no pudo realizar porque Franco se lo impidió, pero que haría su hijo Juan Carlos. Forma parte de lo que se llamó la Transición y que ahora, bautizada como la Constitución del 78, algunos se empeñan en derogar y destruir. ¿Todos saben de lo que estoy hablando? Hay demasiadas cosas que se han hecho mal, demasiadas explicaciones que no se han dado. Quizá por eso ahora, en el entendimiento de que hallamos una España débil, se ensaya de nuevo la ruptura, la secesión y la destrucción de la Nación y de la Monarquía, símbolo siempre de la unión de los españoles.

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