Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Jóvenes apostantes

El juego es un sector adaptado a internet como ninguno; quizás, la pornografía esté a su nivel. Son sectores que han dejado radicalmente obsoletas sus formas tradicionales. Crean poco empleo, como los nuevos titanes Google, Amazon o Facebook. Uno es fiel al noticiero impreso con café, y con adicción si es domingo, así que, por circunstancias, di con La Voz de Galicia anteayer. Un reportaje constataba la reducción allí -como acá o allá más lejos- de las cifras del juego y las apuestas de toda la vida: ruleta, póquer y otras cosas de casino; tragaperras insufribles para los ajenos apostados en la barra… y no digamos para los familiares del apostador, en caso de que aún continúen cerca del jugador. Esa decadencia del juego presencial va paralela al fulgurante éxito del juego on line, particularmente, de las apuestas deportivas y, más en concreto, de las del fútbol, ese crisol de tantos fenómenos contemporáneos. Añadan a la sustitución fulminante de lo decadente por su hijo emergente -los negocios son muy del freudiano "matar al padre"- el hecho de la entrada en tropel de la gente joven en las nuevas maneras. Su fidelización es el futuro. El arsenal tecnológico está bien provisto.

El escenario es tan nuevo como que ya nunca nada volverá a ser como antes a la hora de jugarse -perder, mayormente- los cuartos al azar más o menos camuflado de pericia del apostante. Los cuartos que se tienen y los que no se tienen. Relatando las ganancias y ocultando las pérdidas, que, como cualquier vicio, van minando la autoestima y las relaciones de quien juega y juega. Jóvenes que comienzan apostándose en grupo quién marca el segundo gol en el Getafe-Barça o a favor de quién será el primer córner del partido. Como quien comenzó a beber en grupo o a tomase unas rayitas en el coche con otros tres y acabó pimplándose una botella a solas con o sin dosis de lo que pueda pillar. Todavía, repito, no he oído a nadie decir: ayer perdí 75 euros en, llamémosle, pelotabet.com. Sí lo contrario: "Metí 10 pavos y me llevé 150". El jugador de hoy da la cuenta corriente, ésta es una complicidad necesaria para la envolvente. Los vientos soplan a favor de vicio: piensen en los ingresos fiscales por el juego, que puede compensar los menguantes por el tabaco, aunque el gravamen de la actividad on line no es del todo eficaz. Miren la intensidad y franja horaria de los anuncios del ramo, con actores muy populares, guays, en el papel de ganchos. Y entenderemos la dimensión del negocio (que dominan, quiénes si no, los ingleses. Pero ese cantar queda para otro día).

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