EL ALAMBIQUE

Rafael / Gómez / Ojeda

Inaugurando

EL pasado día 23, alcalde, concejales e invitados inauguraron la reurbanización de la Bajamar y Micaela de Aramburu con carteles, fotos, focos, música, copitas y tapitas. Semanas atrás, tuvo lugar una semiinauguración de las mismas obras por parte de algunos cargos públicos del PSOE ya que las mismas han sido costeadas con dinero del ejecutivo central. Hace algunos años, un concejal inauguró el arreglo de un bache existente en la vía pública, también con fotos y focos y luego, para celebrarlo, su fue a comer con tres ediles más en un famoso restaurante. La cena costó el doble que la reparación del bache. En Jerez, Pacheco y Pilar se atribuyen el mérito de la instalación de un centro comercial. También en esto del medalleo hay gente pa tó que dijo El Gallo.

Todo esto lo traigo a colación no para criticar ni reprochar nada a nadie: solamente me lleva a la reflexión sobre la falta de respeto institucional entre cargos de uno y otro signo político. Sobre el comportamiento infantil de algunos cargos públicos que se creen superiores a los demás. Viene siendo habitual que un ministro o consejero del partido que sea, vaya a algún municipio por cualquier motivo y no se digne saludar a su alcalde o alcaldesa. Posiblemente, con su aire de superioridad, ignoren que la máxima autoridad de un municipio es el alcalde y que saludándolo saluda a todos sus ciudadanos. Ignorarlos es despreciarlos. Incluso viniendo el presidente del Gobierno, el estatus del alcalde no varía. Sólo cuando el visitante es el Jefe del Estado, éste asume la autoridad máxima, y de ahí el protocolo de entregarle el bastón de mando.

Volviendo al principio, en la inauguración del otro día lo correcto hubiese sido llevarlo a cabo con la asistencia de miembros del gobierno central o autonómico invitados al efecto, y la Corporación Municipal presidida por el alcalde. Si el gobierno central puso el dinero para las obras, el gobierno local decidió a qué obra debía ir destinado. Con gestos así, el ciudadano hubiese percibido un acto de normalidad democrática. Las urnas, ya vendrán.

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