Somos animales que nos movemos por impactos. En el mundo de la revolución de las comunicaciones donde cada día recibimos cientos de mensajes por todo tipo de artilugios, las cosas que nos emocionan y nos llegan al corazón son efímeras, como un tuit, como un mensaje de whatsapp. Hace dos años nos conmovimos con la imagen del niño Aylan Kurdi ahogado en la orilla de una playa turca. Fue la imagen del horror de una travesía que iniciaron miles de sirios que huían de la guerra en su territorio. Pasaron los días y su imagen quedó alojada en un rincón del cerebro hasta que fueron llegando otros impactos en forma de atentado en Las Ramblas o lo que sea porque desgraciadamente seguiremos viendo el horror que nos depara el mundo a diario. Aquello generó una ola de declaraciones e incluso se tomaron algunas medidas hasta el momento en el que el "bienvenidos refugiados" se quedó en las pancartas.