Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Ignorancia agresiva

Es asombroso lo porosos que somos con la terminología que nos llega por la red. Hoy he oído tres veces "ignorancia agresiva"

La creación de términos que, con éxito de crítica y público, describen nuevas costumbres o situaciones se ha multiplicado con las redes sociales. Por ejemplo, ésta misma, red social, es algo que de toda la vida ha existido y que ahora se refiere al mundo de internet (esto sí que es un Nuevo Mundo). En realidad, las redes sociales son grandiosas corporaciones planetarias que, mientras nos dejan jugar y (no) relacionarnos mediante los artefactos digitales, nos captan para la mayor conquista empresarial por los siglos de los siglos: los titanes llamados Facebook, Whatsapp, Instagram o su cómplice necesario, el todopoderoso Google, más Amazon y alguna otra han dado revolcón absoluto y en dos días al mundo industrial. Ellas nos van a prescribir hasta los calzoncillos que deberemos y podremos utilizar, o sea, comprar. Y lo harán sin programar un telar. Otros se encargarán del trabajo hard y sucio: la industria y los servicios serán un día no lejano subsidiarios de las redes sociales y sus primas de internet.

Es asombroso cómo somos de porosos con la terminología que nos llega por la red. Hoy lunes he oído tres veces ya en la radio la expresión "ignorancia agresiva". Vale que ha sido entre tertulianos, que viven de estar al loro de lo que pite, y cuya pasión por el nuevo nomenclátor, siempre en renovación, es parte del oficio (vaya por delante que eso de opinar a diario con tanta pasión como pericia es algo que no está pagado; son admirables). Ha sido Salman Rushdie, el de Los versos satánicos, el que ha acuñado el término. Trataba de definir a cierto tipo de votante de Trump. Pero ignorantes agresivos los ha habido, y cuántos, a lo largo de la Historia: inquisidores de casino, turbamultas, lapidadores de adúlteras, ultras que vampirizan al fútbol; votantes de gente malvada, sectaria, nacionalfascista, o igual de ignorante. Que ternura la de aquellas redes sociales que son la esencia de la antropología: la Radio Patio de Aquí no hay quien viva era una monumental red social; qué decir de las barras de las tascas, de la hermandad con su pescaíto los viernes, de la tertulia vespertina que -¡alehop!- te convierte en un tipo culto sin hacer la mili intelectual, de los lunes al sol del jubilado, del rato de baldeo de las marujas en los pueblos. La voz "ignorancia agresiva" está ahora al alcance: utilícela en cuanto pueda, que estas cotizaciones duran menos que un caramelo en la puerta de un colegio (donde, por cierto, las madres y padres tertulian una barbaridad).

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