Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

Humor blanco

EL ayuntamiento de Carmena está por darle otra mano de memoria histórica a Madrid y quitar más de 160 nombres de calles. ¿Por qué? ¡Por franquistas! ¿Por qué, si no? Ruedan por ahí diversas listas negras, y alguna incluye a Manolete y a Salvador Dalí. Mostraron simpatía por Franco y hay que castigarlos, disimulando que, si somos honestos, habría que perseguir por eso lo menos a media España, como saben por su casa bastantes de los adalides del cambio.

Pero ése es otro tema. Centrémonos en el que nos toca de cerca. Entre las candidatas al borrón y calle nueva, está -se dice- la de Muñoz Seca, nuestro paisano. Él se reiría, porque la cosa, en inconsciente homenaje, roza el astracán. Difícilmente podía ser franquista si lo asesinaron en el 36 y apenas por haberse reído de la República. Son muy expertos en humor negro, ya, pero no lo entienden cuando es tan limpio que parece blanco, y lo es. A diferencia de los concejales del ayuntamiento de Madrid, Muñoz Seca ejerció un humor sanante y feliz hasta el momento mismo de su muerte. A los que iban a fusilarle les dijo más o menos: "Me habéis quitado todo, mi casa, mi familia, mi libertad, el tabaco… Pero hay algo que no podréis quitarme jamás". Preguntaban: "¿Qué? ¡Qué!" Y contestó: "El miedo que tengo…" Se lo quitaron, de hecho, ipso facto, pero ya precisó Saint-Exupéry que, cuando se quiere ser ingenioso, se miente un poco. Los santos mueren perdonando a sus enemigos, los humoristas -esa variante de la misma especie- mueren riéndose con ellos.

Ganemos El Puerto, la plataforma ciudadana que sostiene Levantemos, que es el Podemos portuense (perdón por el juego de matrioskas rusas) podría explicar a sus colegas de Madrid que nuestro paisano merece su calle y que su humor era hijo del pueblo, en particular, del nuestro. Y cualquiera debería explicarles, sobre todo tras las bromas de Zapata con los judíos y las niñas de Alcasser, que mejor dejar en paz a las víctimas, que no tienen bandos.

Pedro Muñoz Seca fue una más. Como no he perdido la fe en la naturaleza racional del hombre, confío en que lo de su calle sea una falsa alarma; pero en todas las quinielas para el cambio de nombre está la calle de "Los mártires de Paracuellos". Comprendo que la palabra "mártires" no les agrade, pero también fueron víctimas. Y a ésas, como mínimo, habría que respetarlas porque son, comprendo que tampoco les guste la palabra, sagradas.

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