Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Hombre-lobo

Hay un feminismo radical y paniaguado que se siente el meteorito que acabará con el varón, nuevo dinosaurio

El hombre es un lobo para la mujer. El Instituto Andaluz de la Mujer y el Instituto Andaluz de la Juventud, oferta dos por uno, le han dado la vuelta a la sentencia de Hobbes para denunciar con un anuncio ridículo y vejatorio que produce vergüenza ajena las cifras alarmantes de mujeres asesinadas. Uno daría por bueno el ridículo, ese hombre ridículo del cuento de Dostoievski y la película de Bertolucci, si contribuyera a descender aunque fuera sólo en un dígito el número de homicidios. Me temo que los potenciales criminales no van a captar el mensaje ni se verán aludidos. El sentido común y la inteligencia, sí.

En la violencia de género pasa como con la memoria histórica. Sufrimientos reales, horribles en muchos casos, dignos de resarcimiento y de reparación, se han convertido en nichos de empleo para una grey de profesionales que como los antiguos condottieros viven de flotar en los conflictos y arañar pingües beneficios a costa de las víctimas reales y de las falsas a las que les dan carta de naturaleza con estrategias bien estudiadas de victimismo. Salen los animalistas defendiendo el humanismo de sus bichos, figurantes de las fábulas y los cuentos, para protegerlos del animalismo de los hombres, el varón, ese nuevo dinosaurio que un día desaparecerá por el cataclismo de un meteorito de feminismo radical y paniaguado.

Estrategias ridículas necesitan de tiempos ridículos y éstos lo son sobradamente. Se imagina uno al consejero de Cultura y a la directora del Instituto Andaluz de la Mujer como al cura y el barbero del donoso escrutinio del Quijote escrutando las letras de flamenco para premiar aquellas que privilegien la igualdad y excluir las que ensalcen el patriarcado. La nueva Inquisición de un Santo Ofidio que te asfixia y que encuentra como aliado la herramienta de las redes sociales, donde una dictadura sin dictadores, una tiranía guay de microfascismos dispara y después pregunta en una catarata de sospechas, apriorismos y prejuicios. El latín de nuestros tiempos no es el inglés ni el sánscrito, es la jerga de los emoticonos que pone en pie a los que viven de señalar o advertir, siempre dispuestos, prietas las filas, recias marciales.

Izquierda Unida ha denunciado a la Legión por el contenido machista y sexista de algunas de sus letras. En el fondo, es por competencia desleal con la famélica legión de la letra de La Internacional, arriba parias de la tierra. Las pamplinas de un tiempo ridículo.

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