No sólo me gustan las guayaberas como prenda sino que considero que algunos de sus usuarios gremiales son tipos estupendos. Y sobra aclarar (¿alguien lo duda?) que cada cual puede reunirse con quien le dé la gana y disfrazarse de lo que se quiera. Pero no entiendo -o quizá lo entiendo demasiado bien- la existencia de un club/hermadad/cofradía que, bajo cualquier excusa, deje a las mujeres de lado. Y que, por afinidades y elección, reúna a los obligados prebostes. Porque, en fin, ya sabemos que lo que necesitan los hombres en puestos de responsabilidad o con reconocida influencia social es cohesión. Eco. Networking. Plataforma. Visibilización. Que en la cumbre se está muy solo y la noche es oscura y está llena de horrores. Y las inercias de poder son las que son, al parecer, de manera inevitable. Que si en el siglo XXI no había un Casino, teníamos que inventarlo.

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