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De poco un todo

enrique / garcía / mÁiquez /

Gran reserva

E vídeo de la intervención del ex ministro José Luis Corcuera ante la cúpula del PSOE sobre la desorientación de su partido, la irresponsabilidad de la cúpula y, en general, la deconstrucción del constitucionalismo está siendo muy visitado y aplaudido en internet. Hace poco comentamos cómo bloquean ése y otros discursos similares dentro de su partido a costa de llamar "vieja guardia" a la corriente de los críticos, con lo que ello tiene de concepto paralizante para un constructo ideológico que cree en el dogma del progreso inevitable. Un amigo completamente inmune al veneno que encierra lo de la "vieja guardia" ha calificado, alborozado, la defensa de la unidad de España realizada por el ex ministro socialista de clara, "como el discurso de un general jefe de región militar al día siguiente de pasar a la reserva".

Y eso, a la vez, es lo triste, que para hablar sin reservas parece que hay que estar en la ídem. En el caso de los militares quizá esté justificada esa reserva previa por la condición especial de las Fuerzas Armadas y su abnegado servicio. Pero entre políticos, cuyo trabajo es hablar, esta costumbre no tiene un pase. Menos aún cuando dicen desde la barrera de la reserva y a la salida lo que sus electores hubiesen querido que hicieran en el ruedo, para lo que le dieron un mandato representativo, y bien pagado.

No tendrá un pase, pero se lo dan y muchos, tanto por la izquierda como por la derecha. ¡A ver si va a llevar razón Nicolás Gómez Dávila cuando apunta: "El político [en activo] no despacha con seriedad sino lo trivial"! En cambio, después, incluso Zapatero se preocupa ahora de la nación que, cuando tenía mando en plaza, era discutida y discutible. Aznar la defiende de los nacionalismos con verbo contundente, pero con mano rápida hizo todo el grueso de las transferencias en su día. Bono ha hablado mucho más cuanto menos ministro ha sido y Guerra no la ha dado, no, presidiendo la comisión constitucional. "Nunca es tarde", diría un optimista antropológico, aunque yo, optimista moderado, no llego a más que a un desalentado "Más vale tarde".

Y a dos reflexiones al hilo. He decidido alinearme con los partidarios de la abdicación de don Juan Carlos, nada más que por oír lo que tenga que decirnos por fin desde la reserva. A la vez, me asalta una angustia: con tanto retraso de la edad de jubilación, ¿quién va a cantar entonces las verdades del barquero?

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