Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

Frozen

SI no se le ha helado la sangre al leer el título de esta columna, usted no tiene una hija pequeña. El planeta se estará calentando (o no), pero es seguro que el frío se extiende entre los niños del mundo. El éxito de la película Frozen es el mayor de la historia de Disney. Las criaturas quieren verla una y otra vez.

En Frozen se habla, sorprendentemente, de la ley de la oferta y la demanda. El tipo que regenta el refugio en la montaña explica cómo los precios de su catálogo de invierno han subido porque la oferta no puede cubrir la repentina demanda. Kristoff, el vendedor de hielo, ruega que no le hablen a él de problemas de demanda, con lo que está nevando en pleno verano. La sorpresa es que una peli infantil dedique unos segundos de metraje (con lo medido que lo tienen todo) a un tecnicismo económico, y que bromee con él, incluso. Habría que repasar todas las películas de Disney, lo cual es imposible, porque el reproductor del DVD está ocupado con Frozen, pero apostaría a que es un hecho inédito.

Si pasase por aquí cualquiera del PP, saltaría jubiloso, exultando: "¿Lo ves, lo ves? ¡Es la economía, estúpido!" Lo que veo, en realidad, es tres cuartos de lo contrario. La economía es importantísima, sí, y tiene un peso mediático creciente, como atestigua la insólita escena, pero Frozen emociona por otras cosas, las de siempre: el amor, la magia, las intrigas del poder, Arendelle, el honor, el sacrificio, la épica y la lírica, el riesgo y el valor.

El problema de los economistas economicistas es que sólo ven por el ojo de su obsesión, en vez de integrarla en un mundo mucho más complejo. Ahora algunos de estos nos cuentan que Europa puede permitirse condonar la deuda griega, que, por otra parte, es de complicado cobro. En términos contables lo explican muy bien; y sería más piadoso. Cuando los economistas son malos, son malos; pero cuando son buenos, son peores. Porque el problema es político. Y grave. Si Europa expulsa del euro a una Grecia incumplidora, Rajoy ganará las elecciones. Si Grecia hocica y cumple sus compromisos, es posible que Rajoy las gane. Pero si Grecia se escabulle, Rajoy no ganará, y Podemos podría. El PSOE se la juega en términos análogos. Y la Unión Europea en su conjunto, por un efecto dominó evidente. La economía es una escena que hay que integrar en la película entera, aunque a menudo sea una película helada. Ésa es la aventura total.

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