El alambique

Luis / Hiniesta

Fino Coquinero

TENGO suerte de haber nacido en El Puerto. También es cierto que pude haber nacido en cualquier otra ciudad de la Bahía de Cádiz, lo que sin duda me haría sentir igual de afortunado. Mi padre se vino de Cádiz a trabajar aquí con 17 años, y hasta su jubilación lo hizo para Osborne y Cia, la empresa que con su Cia aportaba credibilidad a sus productos y orgullo a sus productores, y yo sumaba felicidad.

Mi madre pertenece a esa generación local de camperas que marcan el declive de la actividad agrícola, sustento de sus padres y abuelos pero no de ella, su marido e hijos. Tras esa generación sólo quedaron las viñas durante tres décadas más, hasta los 90. En cualquier caso, siento orgullo y fortuna por mis genes camperos.

Nací y crecí junto al muelle pesquero, y muchos de los padres de mis amigos del barrio trabajaban para la mar, embarcados y en tierra. Muchos días no podíamos jugar en la calle de Los Moros porque Pepín colocaba su caballo mecánico y sus caballetes de madera desde Comedias hasta Bajamar para liar las cuerdas. Lo recuerdo con una sonrisa de oreja a oreja, la mía y la del bueno de Pepin y su mujer Pepa, nuestros vecinos.

Las bodegas con sus trasiegos de botas e ir y venir de camiones para cagar vinos hacia destinos mundiales, el campo con sus cultivos de secano, vacas, gallinas, y cerdos para degustar, y la mar con sus hombres, porque había que tener dos cojones para ir a la mar, y sus familia pendientes del regreso y la parte de la venta, son vivencias que conforman mis recuerdos con el sentir de felicidad, con la suerte de haberlas vivido aquí, en la Bahía de Cádiz, y no en Tombuctú. Los vinos, el campo y la mar, suman los modos de vida de esta ciudad cuando llegue, la herencia de que quienes estaban aquí.

Al inicio de un nuevo año, de otra década, busco tres actividades que me reencuentren hoy con la fortuna y felicidad en la que crecí, que sustenten a los que estamos y han de venir. La herencia dilapidada.

Mientras, brindo con un vino que me llena de orgullo, feliz por pertenecer a esta tierra, y mirando a la mar. Brindo con Fino Coquinero.

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