Columna vertebral

Ana Sofía Pérez / Bustamante

Fernando Cañas de Expañas

POCAS presentaciones como la de Jerez el jueves 21. Objeto: Diamante roto, antología del fallecido Fernando Cañas (1964-2004) preparada por Juan Diego Fernández Rosado y editada por EH, a cuyo frente está Mauricio Gil Cano. Los dos, colegas de Cañas, que "desde muy joven se siente poeta. Además de autodidacta y atrevido en todas las artes. Letrista y saxofonista de los grupos Affaire Niñamónica, Hambre y Moral y Bah!". Marcha a Madrid. Es poeta disléxico, músico de oídas, pintor en servilletas y otras cosas, desde albañil a charcutero. Ama, sufre, ayuna, bohemiza. Muere al caer sus 39 años por unas escaleras. Lugar de presentación: bodega Conde de los Andes. Público: masa que no sabemos cómo se apaña Paco Carrasco para reclutar: sólida clase-media-bien fiel a la poesía (sublime). Presentación amistosa y delirante. A Mauricio la emoción le cierra la garganta. Paco Clavel, vestido de sí mismo, recuerda el Madrid de los 80. Sorpresa: este shock visual es todo un caballero que asume su papel de gancho mediático sin chupar cámara (aprende, Bigorra). Juan Diego, provocador histriónico y genial, ladra, cuenta, canta y recita, se ríe del público (que está deseando copear) con versos lírico-surreales ("Yo soy el ladrón de estrellas/ todas las noches cojo un par de ellas/ también les digo la verdad/ la cúpula celeste no brillará/ y les doy de fumar/ hachís del nueve/ pues moradas están divinas/ soy el ladrón de estrellas/ nadie me atrapará"), cómico-apasionados ("Yo, Tarzán de las azoteas./ Tú, Jane amada"), coprofílicos ("Dame tus heces/ y serán comidas"), zafio-fantasiosos ("Testículos colgando en el horizonte/ como bolas de navidad"), brutales ("Todo sueño es violado/ en su trastienda/ por un burdo proveedor/de realidades"), tristes ("Por favor, sé feliz"), lúcidos ("estamos rodeados de sucias vidas/ que nunca lavan/ sus trapos sucios"). Dos espontáneos cierran el acto: Pedro Cervera, que rompe con leal vehemencia su educada melancolía, y un homínido que está como una regadera o como una cuba. La bodega, corazón delator, palpita: aplausos, sonrisas y lágrimas (los padres del poeta), susurros femeninos (¡¿otro poema MÁS?!), fino y delicatessen. Jerez City: qué extraña frontera.

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