desde mi cierro

Pedro G. Tuero / Gontu66@hotmail.com

No estamos para Feria

Al menos para este escribidor desanimado y profundamente pesimista, porque no he pisado este año ese postizo suelo de La Magdalena. Y no porque no tenga ni caballo, ni traje, ni obligada parafernalia, sino porque me daba vergüenza. Qué tanto tan importante se hubiese apuntado nuestro todopoderoso Alcalde si hubiese anunciado a los cuatro vientos que de Feria de La Isla -la del Carmen y la Sal- este año "ná de ná". Que, por cierto, más valdría cambiarle el titular, porque en este pueblo en el que tanto brilló aquella sustancia blanca y cristalina, hoy dónde esta esa sal. Pero a lo que iba, mi recortado lector, hubiese sido un gran acierto lo de La Isla sin Feria: noticia de impacto para muchos y ejemplo para tantos. Un Alcalde que razona y que piensa en lo que hay, en lo que vendrá y… un mojón para mí. Qué modelo para tantos otros alcaldes y dirigentes de esta España recortada, sin márgenes y cada vez más decrépita y vencida. Espejo ejemplar y resignación obligada para esa mayoría de ciudadanos de La Isla y de más allá, que ni comen, ni viven y hasta ni piensan, porque no pueden. Qué importante decisión, qué grandeza de espíritu, qué magnanimidad en su determinación, qué oportunidad perdida.

Y no es sólo por esto, mi jodido lector, porque sabemos que presupuesto feriado había. Cortito, escaso, apretado y hasta comprensible. Lógico para este tiempo -y lo que queda- de sinvergüenzas, aprovechados y muertos de hambre. Unos con mucho -malversación, desfalcos públicos, descarados nepotismos y ladrones-, y otros -una mayoría- sin nada. Una Feria para aquellos y una mierda para estos. Que se paseen nuestros munícipes por comedores y asilos, caritativos y abnegados, y contemplen esas largas colas y esos rostros necesitados y hambrientos. Qué Feria, por favor. Qué alegría tan falsa. Y además, para el que haya podido ir a la Feria, con lo justo más los recortes anunciados, no ha habido ni un solo día más barato para montar a sus hijos en los cacharros. No hay presupuesto para ello, entonces. Dicen y confirman. Una Isla santa como ésta que se preocupa de que el ciudadano no acuda al mañanero Corpus y, sin embargo, le da igual los últimos navajazos agoreros. Pero sí hay Feria.

Porque aquí y más allá parece que todavía no nos hemos caído de un Guindo. Árbol que aún está madurando y sabe dios qué le queda aún por fructificar. Mientras, nos vamos de Feria, a pesar de esa oportunidad perdida por nuestros munícipes -los que te prometen, te aseguran y hasta te mienten- de haberla liquidado, por ahora. Entretanto la Feria ha sido la del "sin" esas frescas humedades desprendidas que alegraban al acalorado visitante; "sin" portada, por mi culpa; más pueblerina y, para colmo de los colmos, "sin" los Ponepegas, ausencia que los honra. Y yo aquí, metido en mi cierro, viendo pasar el tranvía. En fin.

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