Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

Feria y resaca

MEMORIA de mi lejana infancia: mi padre nos explica que en otras ciudades los lunes de feria son llamados "lunes de resaca", pero que en El Puerto son un día más de fiesta y muy de los indígenas, porque los visitantes de los otros pueblos ya trabajan ese día y no vienen, los pobres. Mi consecuente orgullo lo recuerdo como si fuese ayer y, aunque ahora lo veo muy natural, no creo que entonces fuese capaz de calibrar los motivos.

Quizá sólo me alegrase el hecho diferencial, esto es, que me enardeciese el amor a la comarca, a lo Tolkien, o un patriotismo tipo Gómez Dávila, que consideraba patria suya solamente el territorio que podía contemplar desde una colina. Pero como la tentación del localismo nunca me ha mecido entre sus brazos, es mucho más probable que detectara un timbre de orgullo en la voz de mi padre y lo hiciese mío en un acto de fe filial. Una fe muy razonable, vista desde hoy. Un caso más del agustiniano Credo ut intellegam.

Porque, en efecto, ahora comprendo a la perfección que es muy triste malgastar un día de la vida de cualquiera, pero mucho peor un día de fiesta y, de remate, de fiesta local, que sólo hay dos al año. Y no malgastarlo de cualquier manera amena, sino en ese malestar malísimo que responde al nombre de "resaca", donde uno no puede echarle ni siquiera la culpa a un virus (lo que consuela algo), sino a la propia desmesura. Mucho mejor emplear ese día, dónde va a parar, en seguir con la celebración hasta el último minuto y, si hay tiempo de descuento, hasta el filo.

Para eso hay que beber al hispánico modo, que ya los europeos del XVIII hablaban del "horror a la embriaguez" de los españoles "que data de la antigüedad más remota". Gracián lo contó barrocamente: "En España, la borrachera no llego nunca a merced, aunque en Francia llegó a señoría, en Flandes a excelencia, en Alemania a serenísima, en Suecia a alteza y en Inglaterra a majestad". Heredero legítimo de este saber beber fue José Cuevas, que lo moderniza con una prosa de precisión: "Debe ser bebido, no con moderación, sino con mesura; no con continencia, sino con contención, remachando y arrastrando las erres en vez de tropezarlas". Y lo mismo, exactamente, es lo que hace El Puerto, despreciando el lunes de resaca y consagrándolo a la feria. Es para estar orgulloso y una manera admirable de entrar a pecho descubierto, con cabeza despejada y pie firme en otra semana laborable.

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