Ya sabemos que lo que están haciendo Puigdemont y sus consejeros exilados tiene mucho de circo bufonesco y poco de drama histórico. Lo que no sabemos es cuántos espectadores están dispuestos todavía a pagar entrada por ver este espectáculo de mal guión y poco creíble interpretación, y mucho menos cuántos piensan que el precio de las localidades merece la pena. Ahí estaría lo preocupante. Vemos a un grupo de personas que hasta hace poco parecían sensatas soltar ahora por su boca consignas, frases y denuncias, no ya de otro tiempo, sino de otro mundo. Lo que les sería exigible es tener un mínimo respeto a tanta gente que realmente tuvo que exilarse. No sé lo que pensarán, por ejemplo, los padres de Anne Hidalgo, recientemente premiada por el Diario y que sí tuvieron que salir de este país en busca de su propio proceso de emancipación y dignidad, en tiempos realmente difíciles.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios