Tráfico está centrando ahora sus esfuerzos en impedir que se conduzca un coche sin disponer de carné. Las cifras de los primeros 15 días de campaña son muy ilustrativas, pues han dejado al descubierto que son demasiadas las personas que llevan un vehículo sin haber pasado por la autoescuela ni haber aprobado, como el resto de los mortales, examen alguno. Lo malo de estas campañas puntuales es que cuando se pasa su efecto, la sociedad vuelve a no percibir como peligro o infracción lo que durante unos días ha sido tan perseguido. Ocurrió cuando la moda se centró en multar a las personas que conducían y al mismo tiempo usaban el móvil. Aquello, a tenor de lo que hoy se ve en carreteras y ciudades, parece haberse olvidado y raro es el día en que no se ve a un conductor con el móvil literalmente pegado a su oreja. Es una relajación peligrosa, la del conductor y la de las autoridades.