Encuesta arriba

Se echa la culpa de todo al que gobierna, pero también se le agradece todo, y el saldo social suele ser positivo

Como la encuesta la ha encargado Podemos, podríamos ponerla en cuarentena. Lo que no podemos es ignorar que presenta la misma tendencia que otras. En Cádiz capital, Podemos se está haciendo fuerte, y gana (como dice esta última) o mira de tú a tú al PP. Cuando los resultados van tan ajustados, cualquier matiz o leve variación podrá alterar el resultado final, pero varias conclusiones ya podemos ir sacando.

La primera, lo de Giulio Andreotti: "El poder desgasta, sobre todo al que no lo tiene". Hasta que esta célebre frase zanjó el asunto, había quien defendía que el poder erosiona a quien lo ejerce, pues se le culpa de todos los males. Como también dicen los italianos: "Piove, porco Governo!", que traducido al español actual sería: "Nos asamos por la ola de calor, maldito Gobierno". La realidad es que, con idéntico mecanismo, se imputa al que gobierna lo que funciona bien, aunque no sea para nada su responsabilidad: "Refresca, ¡viva el Gobierno!" Como, por fortuna, en nuestras sociedades el saldo es claramente positivo para todo aquel que tenga sentido común, el gobernante saca crédito de la Seguridad Social, de la policía, de la bonhomía de las gentes, del anticiclón de las Azores, etc. Parece mentira que los socialistas no lo viesen venir. Y más cuando el caso más escandaloso de esto lo tienen en su historia. Ganaron las primeras elecciones vascas, pero dejaron -víctimas de complejos ancestrales- gobernar a los nacionalistas, y hasta hoy.

Confluyen todavía más causas para que quien ostenta el poder lo retenga. La más psicológica es que el que lo ejerce quita el miedo a los cambios radicales. Un opositor muy exaltado, como explicaba perfectamente David Fernández poniendo como ejemplo a Pablo Iglesias, termina amenazando la zona de confort de sus potenciales votantes. En cambio, el que ya está en el poder, si demuestra que no hunde el mundo del todo, se gana el efecto rebote o incluso el síndrome de Estocolmo de cierto alivio inesperado.

La causa más electoral es que el que gobierna parasita los apoyos de esos que le auparon. Véase Ganar Cádiz o el mismo PSOE. Si mis votos, reflexiona el elector, sirven para que éste gobierne, ya lo voto yo del tirón y así me apunto a la fiesta de la victoria. La causa más política es que el poder siempre quiere mantenerse en el ídem, y cuenta con el ídem para hacerlo. Aunque estas encuestas cueste creérselas, pueden ser verdad.

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