Elogio de las pantallas LED

Se pasaron un poco con el puente, vale. Pero también se anunció el carril bici y todavía no lo hemos visto

La buena gente es desagradecida. Lo mismo encumbra que olvida. Lo mismo pelotea con falserío que critica sin piedad. Y, además, están despotricando contra un pasado en el que tuvieron tanto que ver. Fíjense lo que ha sucedido con aquellas pantallas LED. Primero amenizaban nuestras esperas en los semáforos o en las paradas de autobús. Después parecían las culpables de todos los males de Cádiz. Se convirtieron en un símbolo para los enemigos de la señora Martínez. ¿Qué culpa tenían las pobres pantallas? Se pasaron un poco con el puente, vale. Pero también se anunció el carril bici, y todavía no lo hemos visto. Ahora sobreviven algunas, de mala manera. Sin embargo, Cádiz está peor. O eso me dice todo el mundo.

Sin las pantallas LED nunca hubiera sido igual el Cádiz del siglo XXI. Por ejemplo, en el estadio Carranza, si no hubieran puesto dos, en plan chapucero, no tendríamos videomarcadores o algo parecido; seguirían con los números a mano y seríamos el hazmerreír de La Liga 1/2/3. ¿Alguien ha agradecido que esas pantallas hayan sido sacrificadas para la causa cadista? ¿Han caído del cielo esos videomarcadores?

Todavía quedan algunos vestigios de los tiempos pasados, del caduco esplendor de las pantallas LED. Cuando entran en Cádiz, por Cortadura, ¿qué es lo que ven? Una pantalla. Cuando giran en la plaza de Sevilla para dirigirse hacia la carretera industrial y el nuevo puente, precisamente, ¿qué es lo que ven? Una bandera muy grande y una pantalla. Significa que tienen una vistosidad inigualable. En vez de despotricar, deberían reparar las que han sufrido desperfectos. Por ejemplo, palmó la del Cementerio.

Gracias a esas pantallas, los gaditanos disfrutaron de las obras públicas por anticipado, además del tiempo y las farmacias de guardia. Les faltó valor para retransmitir los partidos del Cádiz en Segunda B y las sesiones del Carnaval con la señal de Onda Cádiz y Canal Sur. Y la Semana Santa, por supuesto. Se hubiera reforzado la utilidad.

A mi modo de ver, Kichi se equivocó al convertirlas en un símbolo del teofilismo. Pues lo que debió hacer es reconvertirlas en un símbolo del kichismo. No para difundir las mejores actuaciones de su comparsa, sino para aportar nuevos mensajes informativos. Los anticapitalistas siempre han tenido entre sus fines controlar los medios de comunicación, para dar la vuelta a esa tortilla. Ha sido muy ingenuo, y así le va.

Llegará un día en que aquellas pantallas LED formarán parte del Cádiz de la nostalgia; con los Pabellones y todo lo demás.

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