Ya uno se ha acostumbrado por el uso, y no se extraña de una relativamente moderna imagen en esta tierra: las terrazas de los bares llenas durante todas las mañanas, como si una fuerza poderosa empujara a todo el mundo, amigos, amigas, familias enteras, a desayunar en larga tertulia con los conocidos de siempre, como si las primeras horas del día fueran eternas, como si no hubiera nada que hacer, y ya nadie desayunara en su casa. Es extraordinario ver uno y otro día a las mismas personas, y a la misma cantidad de personas, desocupadas, despreocupadas, y no necesariamente mayores jubilados, aunque tal vez sí pensionistas. Hablan de pagas, de sus hijos, de enfermedades, largo y tendido, y alguna sopresa real en forma de explicación de política internacional: "¿Que tú no sabes quién es Donald Trump? Sí mujer, el extranjero ese rubio que no le cae bien a nadie".

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