Vaya por delante, que la decisión del Obispado de Cádiz, en relación con la situación creada por la Cofradía del Perdón de no cumplir este año su estación de penitencia, por asignársele un horario con el que no estaba conforme, me parece justa, necesaria y conveniente. Y, además, ejemplarizante.

Mi opinión por el conflicto suscitado ha sido ampliamente expuesta en la revista cofrade "A paso Horquilla" y en estas mismas páginas, el Sábado de Pasión y solo quiero reiterar que siendo de alabar el empeño de los hermanos en iniciar su estación a la hora incomoda de las 3 de la madrugada (y digo incomoda, porque otras cofradías obtuvieron, sin problemas, horarios y días menos incómodos) esto no justifica en modo alguno que ello sea tan trascendental, para que, "si no es a mi hora, no salgo" y menos aún que disfracen la negativa con pretextos banales, como es la ausencia de la música, o provocados por ellos, como el de la falta de tesorería.

El núcleo de la cuestión, a mi parecer, está en que la estación de una cofradía es una manifestación religiosa que tiene que obedecer a la autoridad delegada de la eclesiástica, incluso, por el bien de todos, en algo tan poco religioso, como es el horario e itinerario. En 1976 en mi pregón, me quejé del poco aprecio de muchos sacerdotes a un instrumento pastoral tan eficaz como son las cofradías y sus actos de culto, pero esto no supone (hay otros muchos sacerdotes que si las apoyan), que puedan desvincularse de sus directores espirituales, por poco aprecio que les muestren. Pueden concebirse como manifestación cultural. Es un buen argumento para que se ocupen los espacios públicos y se otorguen subvenciones, pero son más que eso. No son un desfile al que hay que poner nota, protestando -como yo lo vi- si al espectador le parece que la carga no se ajusta estrictamente al "modelo gaditano". Hace de esto algunos años que el director espiritual de la cofradía, considerando que a lo largo del año transcurrido no había existido vida cofrade, prohibió, por su sola autoridad, la salida procesional. La decisión fue acatada por los hermanos y hoy hay que agradecer esa decisión porque la cofradía de Afligidos ha resurgido, igualando, sino superando, su trayectoria, que data de muchos siglos.

Soy consciente de las dificultades económicas de la cofradía para asumir los compromisos de pago contraídos y el malestar de muchos hermanos del Perdón por la decisión, pero la misericordia no terminó en el año 2016 y para reducir las sanciones solo hará falta un poco de arrepentimiento y de magnanimidad. El obispado, por su portavoz, ya ha dado muestras de esto último.

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