El autobús urbano ha sido siempre en Cádiz un lugar de encuentro. A diferencia de lo que ocurre en una gran capital, donde encontrarse a un conocido por la calle o en el bus es más raro que vivir una temporada tranquila con el Cádiz, aquí lo lógico es toparse con amigos y conocidos a cada momento. Y en el autobús es el no va más porque los amigos se ponen al día de lo ocurrido desde que no se ven y quienes les rodean, los viajeros aburridos, se pueden entretener en plan cotilla con esas conversaciones. Pero como todo evoluciona, ya no hace falta que los amigos se encuentren. Sobra con que suene un móvil, que su dueño conteste y que, ajeno a la falta de intimidad, el resto del autobús se entere de un diagnóstico médico, del plan de comida para el día, de las notas del niño, de la nueva metedura de pata del cuñado o del arreglo urgente de la cisterna del cuarto de baño chico. No diga CNI, diga autobús.

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