Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Contrabandistas de La Caleta

En "La posada de Jamaica", novela de Daphne de Maurier con película de Alfred Hitchcock, un grupo de contrabandistas atraen a la costa de Cornualles a los navíos para hacerlos encallar y luego desvalijarlos. No digo yo que en La Caleta se haga de manera premeditada pero no es la primera vez que se saquea un barco que encallase en sus rocas. Recuerdo que hace años encalló en la Punta de la Nao un velero. Puestos a salvo sus tripulantes no tardó ni un día en desaparecer los objetos de valor de su interior. Como tardaban en reflotar el barco llegaron a quitarle el mástil: le aflojaron los pernos, empujaron un poco por el costado, cayó el mástil que arrastraron a la orilla donde lo enterraron un tiempo hasta que lo vendieron cuando ya nadie recordaba el suceso. En La Caleta siempre ha habido gente que se ha buscado la vida con este tipo de cosas, desde el contrabando a pequeña escala al tráfico de restos arqueológicos. Hace décadas La Viña estaba llena de ánforas que servían de macetas y existía un mercado de cañones, floretes y todo tipo de objetos desde los fenicios a la Batalla de Trafalgar, unos sacados en los alrededores de la playa y otros obtenidos por los buzos que tenían su sede en el Club. Incluso en el Castillo de San Sebastián había un buzo conchabado con un capitán para sacar y vender piezas hasta el punto de que el día que el Ayuntamiento se hizo cargo de la instalación todavía quedaban objetos en una bóveda como pudimos observar los que allí estábamos.

Cádiz siempre ha tenido contrabandistas, pimpis y gente que pasaba por alto(de la muralla) todo tipo de mercancías ocultas a los soldados del Rey o a la policía empezando en la época de Balbo hasta llegar a la de Felipe VI. Desde tabaco a cualquier otra mercancía conseguida en los barcos que recalaban en el puerto. Así que no es de extrañar que el pequeño yate del inglés supuesto dormilón haya sido saqueado en tan poco tiempo. Lo que es raro es que la policía y los incautos se tragasen la historia de un tipo durmiendo desde Marbella arrastrado por la marea hasta una playita gaditana. Como siempre el punto de opereta lo ponen las peleas de los políticos por ver quién retira los restos del yate, si la Ley de Costas dice, si el PP, si Podemos, si el Gobierno si el Ayuntamiento, todos al saco y el saco al suelo. La política siempre es más ridícula de lo que uno puede prever. Más incluso que un barco arrastrado por la corriente. Yo me ocupo de las olas, tú vigila la marea. ¿Y si era una avanzadilla de la Royal Navy?

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