La ciudad de Cádiz sigue perdiendo población. No para. Pasan los años y las restas se repiten. Es ya la tercera en número de habitantes de la provincia y San Fernando y El Puerto tienen posibilidades también de adelantarla en pocos años. Pero no sólo es importante la pérdida de población sino que corre paralela también una caída de la importancia de la ciudad a nivel provincial. Cada vez es menos referente porque, lo más grave, es que la población que se le ha marchado es la joven y la más inquieta.

Hay muchas causas para que esto haya ocurrido pero sin duda alguna ha influido la posición política de los dos anteriores alcaldes que ha tenido la ciudad y no me da a mi la impresión de que José María González vaya a cambiar esta tendencia. Me refiero a la idea de potenciar el "ombliguismo" a ese mirarse a sí mismo, a ese pensar que detrás de Cortadura ya el mundo vale 10 puntos menos. La ciudad de Cádiz no ha querido convivir en estos años, desde que se ha recuperado en España la democracia, con las ciudades que le rodean. La administración no ha sabido asimilar lo que han asimilado sus cuidadanos. Estos últimos están acostumbrados a vivir en Bahía: dormir en San Fernando, divertirse en El Puerto, comprar en Cádiz y pasear por los pinares de Puerto Real o por las playas de Chiclana. Sin embargo esta realidad no se ha traducido a la administración que tan sólo ha aplicado la política Bahía a cuestiones muy puntuales como el transporte o algo con los cementerios, pero poco más. Sin embargo se vivieron momentos vergonzosos como aquella pelea, que aún sigue, por ver quien se llevaba los centros universitarios o también cosas lamentables como el puente de La Pepa al que nunca la Saeta Rubia le quiso ver que tenía una segunda pata, en Puerto Real.

Cádiz sólo puede crecer en población y en influencia, sólo puede sentirse capital, si es capaz de unir sus fuerzas con los 4 municipios que la rodean y juntos gestionar un área metropolitana que se llama Bahía de Cádiz, en la que se vive de forma real, pero sin que la administración se haya adaptado. Hasta entonces la sangría será permanente. Quizás sea el momento de que los ciudadanos se mueva y empiecen a pedir a las administraciones que sean capaces de adaptarse a la realidad y hacer que estos cinco municipios funcionen, sin perder cada uno su personalidad, en un área metropolitana con servicios comunes, peticiones de inversiones consensuadas y proyectos también comunes o pactados. Una ciudad con 500.000 habitantes tendría muchos más peso en todos lados y seguro que ganaba población, influencia y también bienestar para sus ciudadanos.

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