Miles de jóvenes hacen cola para conseguir un piso en Cádiz y a ciertos individuos e individuas no se les cae la cara de vergüenza. Cientos de jóvenes se ven obligados a vivir con sus padres incluso con niños pequeños en el mundo y canallas encubiertos siguen atesorando lo que tanto ansían y merecen otros. Tienen Viviendas de Protección Oficial (VPO) apalancadas y no las sueltan. Ni siquiera viven allí, aunque van dos o tres veces al mes a dejarse ver y dejar las luces encendidas para que el vecindario, que no es tonto, crea que en la vivienda hay actividad. Consiguen engañar a las administraciones pero no a quienes viven alrededor. Y son capaces de tener, por la cochina codicia, una vivienda en propiedad cerrada a cal y canto. En muchas ocasiones, Dios le da pañuelos a los que no tienen nariz. Y en esto de las VPO hay verdaderos chatos con la cara de cemento.