RAFAEL Alberti quiere vivir hasta los 113 ó 116 años y de momento lo está consiguiendo, pues su poesía sigue viva en todas aquellas personas que la leen y la sienten. Ya ha cumplido 106 diciembres. Felicidades. El poeta de El Puerto, marinero en tierra de arboledas perdidas, celebra sus cumpleaños de una manera muy entrañable. Verán. Tiene una casa muy grande y muy cuidada en la portuense calle de Santo Domingo, en pleno centro, con un patio central muy luminoso donde invita a sus amigos, a sus vecinos, a leer su poesía de manera continuada, como hacemos con Cervantes o con otros escritores que consideramos importantes para nuestra Lengua y nuestra Literatura. Allí, durante un día, llegan niños y niñas de todos los colegios de El Puerto y leen poesías de manera casi ininterrumpida. En sus voces, la poesía de Rafael alcanza todavía mayor musicalidad y resulta más fresca que nunca, como la brisa que baña su rostro cuando cruza en barco la Bahía. También acuden hasta el patio de Santo Domingo ciudadanos anónimos y personajes importantes que se suman a la fiesta, que es un acto sencillo y popular   para un referente mundial de la poesía. Un homenaje sentido que está por encima de absurdas y estériles polémicas interesadas sobre las que también se eleva, por justicia, su figura universal. Porque en su casa cuelgan fotos y recuerdos en los que se le ve con otras personas que son inmortales como él: Pablo Picasso, Federico García Lorca, Gerardo Diego, Luis Buñuel, Nicolás Guillén... y tantos otros que son y serán Historia viva. Orgullosos están todos los portuenses y los amantes de la poesía, pero en especial personas como María Asunción, Manolo, Enrique, Concha y quienes desde la Fundación trabajan cada día del año porque su voz no muera nunca ni en la tierra ni en la mar.

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