Cádiz es una adelantada a su tiempo. Estamos volviendo a los años más gloriosos de nuestra historia. Si la Constitución del 12 fue una adelantada a su tiempo en los derechos humanos, ahora acabaíto de empezar el siglo XXI, la ciudad vuelve a adelantarse y se coloca a la vanguardia en la defensa de la alimentación equilibrada de los gatos. Si aquella Constitución fue conocida como La Pepa, la legislación actual sobre alimentación gatuna aprobada por el Ayuntamiento pasará a la historia como "La Minina".

Los gatos de Cádiz estaban gordos. No lo había dicho Greenpeace, pero estaba a punto de decirlo. Tanto alimentarse de cazón en adobo reseco (a los pobres míos se lo daban sin meterlo siquiera en sobreusa) les había provocado conflictos en su vida diaria, tanto que más de uno, por culpa de la dieta alta en grasas cazonsaturadas, no se podía meter ni en medio de los bloques porque no le cabía el culo.

Ante esto se han tomado medidas y se van a nombrar a 40 gaditanos y gaditanas (este es un requisito) que se convertirán en alimentadores oficiales de gatos callejeros en su especialidad de comida equilibrada. Cádiz exhibirá gatos callejeros con cuerpos perfectos tanto que podrían concursar perfectamente por los títulos de miss y mister rabo tieso, un concurso con mucho prestigio en lo que es el mundo minino.

Cádiz por fin termina con esa imagen tercermundista de los gatos comiendo en papel de estraza sobre la muralla del Campo del Sur bisteles de pollo empanao en estado semirrígido y arroz con choco rancio, como los huesos de jamón que tenían colgados los ultramarinos antiguos. De nuevo, por delante del mundo, que cada día nos envidia más.

Pero creo que lo de los gatos no es suficiente. Cádiz tiene que avanzar de la misma manera en materia legislativa de canarios, periquitos y jilgueros. Por qué los gatos si y los pajaritos no. Por qué no crear también un cuerpo de gaditanos y gaditanas que velen por el buen canto de los canarios, que peinen las plumas de los periquitos de manera colegiada y que proporcionen alpiste de calidad a los jilgueros.

Me parece que incluso se podrían crear nuevas profesiones como gordólogo mininolista, profesor de canto para canarios, expertos en lenguaje periquito o controladores de calibre para alpiste. Igual que Barcelona pidió la Agencia del Medicamento, Cádiz podría pedir el Observatorio Periquito de la Unión Europea. Se pone la sede en el Castillo de San Sebastián y ya le hemos encontrado uso al sitio. Eso sí, teniendo cuidado de que no vaya a venir una ciclogénesis y se nos resfríen los periquitos.

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