Ese boquete llamado Carnaval en el que uno se introduce durante más de un mes se acaba de abrir. Fuera del mismo, y recuperando el pulso a la actualidad de la ciudad, se sigue hablando de los presupuestos municipales. Y de una nueva afrenta de la Junta, que proyecta en Málaga el hospital que Cádiz lleva esperando diez años. O del circo del caso Pina, con ese equipo de nuestros amores que no logra tener la paz que se merecen el entrenador y su plantilla. Despierta el fantasma de Puerto América con la posibilidad de la apuesta de dos empresarios por ese lugar maldito. Mientras, una nueva idea de cambio de nombre, en este caso para el Teatro Pemán. Otro Carranza a la vista. Viendo este panorama, uno se da cuenta de que Celia Cruz tenía mucha razón. La vida es un Carnaval. Y que el exterior del agujero de la fiesta grande de la ciudad no es menos carnavalesco.

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