Polémica Cinco euros al turismo por entrar en Venecia: una tasa muy alejada de la situación actual en Cádiz

QUIENES fueron a contemplar la salida del 'Juan Sebastián de Elcano' desde el muelle del Arsenal de la Carraca, en homenaje al Bicentenario de las Cortes de Cádiz, reunidas en el Teatro de La Isla en septiembre de 1810, a poco que miraran el trayecto desde la entrada por la puerta de Carlos III hasta el buque escuela, si conocieron lo que fue La Carraca hace 50 años, seguro que lloraron lágrimas como perlas. Es como si hubieran puesto un cartel imaginario en el dintel de la puerta que nos hace temblar: Edificio en ruinas. Viene de atrás todo esto, viene de un mal nacional llamado incuria española, tratado en los manuales de historia y que consiste en una especial desidia de las autoridades públicas para preservar, conservar y enaltecer los monumentos y demás joyas de la Nación. El catálogo de restos valiosos del pasado de España que figura en el índice de la incuria española es ciertamente extenso. Puede que la abulia, la ignorancia, la dejadez y el desamor tengan que ver con sus síntomas pero lo cierto es que hay casos y casos, y de entre estos últimos La Carraca es mucho más que sintomático.

El origen del actual San Fernando estuvo en la construcción de los arsenales de la Marina en el siglo XVIII y en la erección de la población naval de San Carlos, donde se agruparon los cuarteles y dependencias de la Armada de Su Majestad. El fuego y la incuria arrebataron a uno de los conjuntos arquitectónicos más equilibrados de España, la población de San Carlos, dos piezas esenciales: el viejo Hospital Naval y el edificio situado junto al Panteón de Marinos Ilustres que contenía el Archivo General de la Armada. Una y otro crearon un espacio insulso, e impune, que no obtuvo apenas oposición de la población cañaílla, en un declive constante desde los años 60 que finalmente podría definirse como de caída libre.

Pues bien, parece que ahora le llega el turno a La Carraca, cuyo estado de abandono y descuido es más que preocupante. Si en vez de tratarse de la Marina, que vuelve a los tiempos del Sotavento de Luis Berenguer -"hombres de hierro en barcos de madera"- que por sentido del honor y la disciplina jamás encabezarían una rebelión a bordo contra la incuria, digo que si La Carraca fuera de la Policía Local de cualquier municipio, o de otras profesiones o actividades, hacía ya mucho que la protesta por el abandono de sus instalaciones y la falta de recursos para su mantenimiento y conservación se estaría oyendo en La Moncloa. Pero no, la Marina sufre en silencio este contradiós y gira expuestos e informes que alguien archiva en un despacho de Madrid.

Mientras tanto, España gasta un millón de euros al día en Afganistán.

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