Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

El Carmen

Generaciones de gaditanos dejaron allí sus mejores momentos, sus vivencias más íntimas y queridas

Decir El Carmen abarca ideas, conceptos, sentimientos... Es la Estrella de todos los mares, es la Patrona de muchos pueblos, es el nombre preferido de las mujeres españolas. En Cádiz es también la Reina del Mentidero (y no sólo de allí). Esta no es una simple frase, retórica de tiempos pasados, sino que en su barrio todo oscila en torno a Ella. Los versos de Gitanilla nacieron de su amor al Carmelo, la asociación de vecinos lleva su nombre, y sus calles la recuerdan cuando se aproximan a la Alameda: allí estuvo la antigua ermita de la Bendición de Dios, allí sigue el recuerdo de Carmen Coronada…

En la vida de miles de gaditanos, el Carmen estuvo presente. Recuerdos históricos, como el funeral por las víctimas de Trafalgar, o el Te Deum de acción de gracias por la Constitución de 1812. El asalto de 1936 causó daños, pero no pudo borrar la huella de los carmelitas en Cádiz, ni afectar a la Reina del Mentidero. Un barrio que había sido de los más revolucionarios, desde los tiempos de Fermín Salvochea. Pero que incluso compartía esas ideas, en una rara amalgama, con el amor a la Virgen del Carmen. Puede que hubiera ateos con escapulario. Todos los vecinos se santiguaban cuando aquella capillita con la imagen carmelitana recorría las casas del barrio.

Con el tiempo, el Carmen fue el recuerdo de tantas bodas, de tantos bautizos, de tantos entierros… Generaciones de gaditanos dejaron allí sus mejores momentos, la sustancia de sus vivencias más íntimas y queridas. En la vida y en la muerte se buscaba el amparo de una Gran Señora, que permanecía siempre allí, en su retablo mayor, construido por Gabriel de Arteaga y dorado por el carmelita fray Antonio de San José, a mayor gloria de su significado religioso.

En aquel templo elevaron unas espadañas que se veían desde el mar, cuando los marineros se aproximaban a tierra firme. Espadañas para recuperar la esperanza en el fin de tantas tempestades (de la mar y de la vida), como si perfilaran el sueño barroco de un santuario, que fue el símbolo del Cádiz más americano.

Todo eso, y mucho más, se recuerda cada 16 de julio, cuando la Virgen del Carmen sale a las calles, en su paso de palio, para encontrarse de cerca con cuantos la quieren en Cádiz. No se entendería que los carmelitas la pudieran abandonar, con excusas mundanas. Aunque queden menos frailes, ese debería ser un último reducto a defender: la fortaleza eterna del Carmen. Mientras brille una Estrella en el cielo de la Alameda, seguirá vivo ese templo, que se abre cada 16 de julio como un testimonio del amor y de la historia carmelitana de Cádiz.

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