El catamarán

rafael / navas

Cádiz, matrimonio con la Humanidad

EN tiempos en los que triunfan la pasividad social y el escaso interés por la cultura y el patrimonio, son de agradecer iniciativas como la del Foro de Debate Cádiz 2012 para que el recinto amurallado y el casco antiguo de la capital sean declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. No hace falta entrar en detalles sobre las ventajas que una declaración así traería para el conjunto de la ciudad desde el punto de vista económico y turístico, como se ha puesto de manifiesto en muchos de los más de mil sitios de todo el mundo que ya gozan de esa distinción.

Sumar a la marca Cádiz el apellido de Patrimonio de la Humanidad puede resultar, resulta de hecho, indiferente para miles de personas que en esta ciudad, desde su ignorancia y apatía, están más pendientes de otras cosas más tangibles, pero quienes conocen de lo que estamos hablando coincidirán en que ayudaría, y mucho, a mejorar una ciudad que ha avanzado en determinados aspectos y retrocedido en otros. Las últimas actuaciones desarrolladas en el conjunto que se pretende declarar no habrían sido posibles con la Unesco velando por su cuidado, para el disfrute de las generaciones futuras, como se estableció en 1972.

Y han tenido que venir de nuevo de fuera para hacernos ver algo tan necesario. En esta ocasión han sido gaditanos que un día tuvieron que marchar de la ciudad para desarrollar su labor profesional quienes estén martilleando una y otra vez nuestras conciencias. No, no es que estén aburridos, como despectivamente algunos integristas del gaditanismo mal entendido proclaman para ocultar su ineficacia y, en muchos casos, su ineptitud. Es que quieren a su ciudad y proponen, con mayor o menor acierto, medidas para mejorarla. Equivocados o no, al menos se mueven y tratan de contagiar a la sociedad civil dormida en la que vivimos. Cuando las cosas se ven en perspectiva, como es su caso o el de muchos extranjeros que nos visitan, se descubren virtudes y defectos que los que vivimos aquí no encontramos y por ello no valoramos. Los ojos de Hans-Josef Artz, el alemán más gaditano que existe, ven cosas a diario que los demás no vemos y eso no debe molestarnos sino todo lo contrario.

Cádiz tiene la historia que tiene porque ha sido punto de encuentro y cruce de caminos entre ciudadanos de todo el mundo durante siglos. Porque ha mirado hacia fuera. Ha sido cuando ha empezado a mirarse al ombligo y a ejercer la endogamia cuando ha decaído. Las influencias exteriores, desde los tiempos de los fenicios, son las que nos han hecho acreedores de optar a que la muralla y el casco antiguo sean declarados Patrimonio de la Humanidad.

Pero para que algún día eso sea posible habría que trabajar mucho porque habría muchas cosas que arreglar antes. Y los primeros que tenemos que creérnoslo somos nosotros, los gaditanos.

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