Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Cádiz como la plata

Así está Cádiz, con ese aroma a decadencia, ese aire a lejanos imperios que tienen todas las ciudades hermosas

Alos gaditanos no nos entienden. No es que seamos unos guarros es que nos gusta decorar nuestras calles como si fueran nuestras casas. Por eso bajamos colchones y sofás, para hacerlas confortables, cosa que no consiguen los bancos, sean de madera o de piedra. Si sacamos al perrito a pasear y se mea es para darle el inconfundible aspecto de nuestra vivienda. No sé a quién se le habrá ocurrido el disparate de que los dueños de los perritos tengamos que ir con un bote de agua jabonosa para echarla cuando termine la micción perruna. Vamos a ver ¿eso sirve para algo?¿Se elimina el olor a meados?¿Se quita acaso la suciedad? Encima es un engorro tener que ir con el bote mientras se saca al perro. Todavía si fuera zotal o lejía sería capaz de entenderlo pero se da el caso de que es solo agua con jabón, con lo que eso resbala. Digo lo mismo de las caquitas de los perros: ¿alguien piensa de verdad que con recogerlas en una bolsa se acaba el problema? Pues no. Quedan restos en aceras y adoquines. Tan es así que los gaditanos hemos reaccionado frente a tamañas arbitrariedades y ni uno solo va con el bote de agua jabonosa y casi ninguno recoge los excrementos. Así está Cádiz, con ese aroma a decadencia, ese aire a lejanos imperios que tienen todas las ciudades hermosas del mundo. Sí, Estocolmo y Oslo están muy limpias, pero son muy feas. No puede usted compararlas con una calle gaditana, con el olor dejado por ciudadanos y mascotas, con el soniquete de una comparsa de Juan Carlos Aragón cantada a pleno pulmón en cualquier plaza de Cádiz. Esa es la esencia trimilenaria, la herencia de fenicios y romanos, el esplendor del Cádiz de la Carrera de Indias, la Cuna de la Libertad. ¿O se creen ustedes que en el siglo XVIII la gente no tiraba cosas a las calles? Pues claro que sí. Si el mundo giró en torno a Cádiz hace 300 años ahora tenemos que reivindicar aquella época. Vale, no había envoltorios de tigretones, phosquitos (¿existen todavía?) o papas fritas. Pero es el signo de los tiempos. No querrá usted que nos comamos por la calle una rebanada de pan con aceite.

Qué decir de los papeles en el suelo, signo de identidad del arte de Cádiz. Con qué elegancia el gaditano lanza al suelo una colilla , un papel o una bolsa de plástico. Qué arte la gente que mea en cualquier esquina los viernes y los sábados por la noche. Eso es arte y civilización. Que no se pongan a investigar lo que ha hecho la empresa de limpieza. Que nadie quiera un Cádiz reluciente. Ya no está Julio Braña para arreglarlo.

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