Una vez pasado el Bicentenario y hasta el Tricentenario, una vez comprobado que no hay más cera que la que arde, que Cádiz sigue perdiendo población, y que acabar con la lacra del paro y de la vivienda no es tarea fácil para ningún gobierno local, sea cuales sean sus siglas... una vez asumido que la ruina que tenemos es tan grande que si la administramos bien nos puede durar toda la vida, los gaditanos harían bien en empezar a pedir cuentas no sólo a los gobernantes sino también al tejido empresarial y social de esta tierra. Llega 2018 con muchos interrogantes, con proyectos ilusionantes, como el de Valcárcel, pero con otros que no arrancan, con Tiempo Libre cerrado, con el edificio de Náuticas cayéndose y con el Museo del Carnaval siendo aún una idea en la cabeza del alcalde, que no encuentra el mismo entusiasmo del que exhibe en la Junta . Año nuevo sí, pero pocos cambios.

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