Hay que tener algo más que prudencia para tildar de cobarde a quien, por tener entre sus manos la responsabilidad del Gobierno, debe observar sumo cuidado en todo lo que hace. Digamos entonces que tal vez sea sólo una cierta prevención, aunque ya me dirán a qué, la que ha llevado al alcalde de Cádiz a decir que el cambio de nombre del Estadio Carranza "no es una prioridad". No ha explicado entonces bien por qué sustituir el rótulo de una avenida sí es una "prioridad", si se trata del mismo alcalde franquista el que da nombre a una y otro. Ahora resulta que la memoria histórica, a la peculiar manera de algunos, puede sufrir lapsus inexplicables si delante se le enfrenta con la posibilidad de que una afición futbolera sienta afectado su corazoncito. Sabemos que todo es relativo, pero habrá que empezar a ponerse de acuerdo en lo que es fundamental.

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