Miki&duartela esquinacrónica personal

José Aguilar / Pilar Cernuda

Arenas, campeónY ahora, el PSOE

VUELVE Javier Arenas del congreso del Partido Popular más campeón que nunca. Todo el mundo enterado se quita metafóricamente el sombrero ante su versatilidad y pragmatismo. Conoce como casi nadie las entrañas del partido y eso le permitió apostar por el caballo ganador cuando pocos sabían que éste iba a ser Rajoy.

Sus enemigos, derrotados en el congreso, no le regatean méritos. Entre bromas y veras, Esperanza Aguirre le reconoció que él ha sido quien ha cocinado el guiso que ha salido del cónclave de Valencia, y el propio José María Aznar, cada día más resentido y fuera de tiesto, resaltó su habilidad para renovar a todo el clan dirigente del PP excepto a él mismo (y a Rajoy, por supuesto). Sus adversarios socialistas han tenido que cambiar el discurso que venían haciendo sobre el fenómeno. Durante años han teorizado sobre la decadencia de Arenas, que, según ellos, tenía que regresar a Andalucía con el rabo entre las piernas porque no pintaba nada en el PP nacional; ahora que su vuelta es triunfal, lo que le achacan es que con su nuevo cargo de vicesecretario territorial no va a poder dedicar más que media jornada a hacer oposición en Andalucía. Por la misma razón, Manuel Chaves no podría dedicarse en cuerpo y alma a gobernar Andalucía, por ser presidente federal del PSOE. Es un argumento oportunista, traído por los pelos con el único objetivo de que a Arenas se lo coma el tigre, se lo coma el tigre... haga lo que haga y pinte lo que pinte en Madrid.

Ahora pinta mucho en Madrid. Ha metido trece andaluces en el comité ejecutivo nacional, ha sacado adelante muchas de sus enmiendas y ejerce notable influencia sobre dos de las mujeres del nuevo núcleo duro del PP. Su recompensa ha sido bastante más alta que la de Francisco Camps, presidente valenciano, el otro gran valedor de Mariano Rajoy durante las turbulencias de los últimos meses, aunque éste se encuentra mejor colocado que él ante un eventual relevo -pactado, no rupturista- de Rajoy.

La diferencia entre uno y otro no es baladí: Camps gana elecciones y su poder tiene una base territorial estable y pujante, mientras que Arenas no ha ganado nunca en Andalucía, y ya lo ha intentado tres veces. Éste es el talón de Aquiles de alguien a quien no se le puede negar su condición de animal político y su extraordinaria capacidad de adaptación. Fue dirigente de UCD, democristiano más bien de conveniencia, llegó a lo más alto con Aznar y ha sido el ariete más eficiente para alumbrar el fin del aznarismo... En fin, que fanático no lo es de nada. Cuando Rajoy haya pasado, probablemente Arenas seguirá ahí, y sus enemigos de casa seguirán diciendo que está a punto de caer en desgracia. Pero nunca cae.

EL PP ha iniciado un nuevo camino tras su congreso, con caras renovadas, heridas cerradas y otras aún abiertas, y llega ahora el turno del PSOE, que también tiene dentro de dos semanas su propio congreso. Ahí no caben disputas sobre el mejor candidato ni tampoco se producirán listas alternativas, el liderazgo de Zapatero es incuestionable después de haber ganado sus segundas elecciones; pero sí es importante ese congreso: el futuro del PSOE está estrechamente ligado a la acción de gobierno, gobierno que anda buscando el rumbo en medio de una crisis económica que, sin ninguna duda, va a contaminar las elecciones autonómicas, europeas y municipales que se celebren los próximos años, y que contaminará también las generales.

Los congresos son siempre una exaltación del líder y en este caso no se va a producir ninguna excepción, entre otras razones porque Zapatero ha ganado muchos puntos en su partido tras el 9-M. Pero encara unos años complicados y es posible que se perciba cierta desazón en el transcurso del cónclave del PSOE.

Es evidente que José Blanco se encuentra cansado. Es el secretario de Organización que ha aguantado más años en el cargo y se advierte cierto agotamiento en el leal y eficaz servidor de Zapatero. Él mismo confiesa su deseo de ser relevado, lo que hoy por hoy es difícil, porque Zapatero confía en Blanco de una forma absoluta y excluyente, y no va a permitir su abandono de la primera línea. Pero el PSOE necesita un cambio. Esta legislatura no tiene nada que ver con la anterior, la economía va a impregnar todo el debate político, el PP apuesta ahora por una oposición menos bronca y encima ha iniciado una nueva etapa en la que ha incorporado a sus máximos órganos de dirección a algunas figuras de gran poder mediático, jóvenes, atractivas, y de las que no se puede decir que representen el pasado ni la derecha más intransigente, sino que son personas con un tipo de vida acorde con los tiempos de hoy, inconformistas, rompedoras y alejadas del modelo tradicional de familia.

Con ese escenario en el PP, los socialistas tendrán que espabilar si pretenden continuar en el Gobierno y pisando fuerte. Uno de sus dirigentes confiesa ya abiertamente que lo ocurrido en el PP el pasado fin de semana les ha cogido "con el pie cambiado", les preocupa. Por tanto, el PSOE está obligado a recuperar su rumbo, aunque se encuentra un importante escollo en el camino: salir de la crisis económica, o suavizarla, es responsabilidad del Gobierno y, hasta el momento, Zapatero se niega a reconocer que sufrimos una crisis. Ni siquiera lo ha hecho este lunes al presentar su paquete de medidas económicas.

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