Su propio afán

enrique / garcía / mÁiquez /

Antídoto

TODOS los caminos llevan al jerez. Ese es el planteamiento de El misterio del palo cortado, el último documental de José Luis López-Linares. Desde la belleza de las imágenes, la fuerza de la música, la emoción de las historias, la intriga del montaje, todo, nos dirige a una o a varias copas de jerez. ¿Recuerdan aquella historia de un cine que introduce fotogramas invisibles de un refresco gaseoso y consigue que el público, a la salida, se eche a la cola y agote las existencias? Esta película es todo lo contrario: frente a lo subliminal, lo sublime.

Lo que no quiere decir que El misterio del palo cortado no esconda su misterio. La película, digo, además del vino. El alma de la cinta es interior, paralela al verso de JRJ: "La luz con el tiempo dentro". Es el vino con el tiempo dentro. José Luis López-Linares ha rodado, sin alardes, un discreto alegato de la tradición.

Que la cinta se abra con una cita de Roger Scruton da la clave. Del jerez han hablado de Shakespeare abajo, casi todos los grandes. Scruton, que es un filósofo conservador y combativo, apenas nada, pero sí del sentido espiritual del vino; y López-Linares, que sabe latín, recoge ese guante.

La idea esencial de Scruton es que el vino es el hijo por excelencia de la unión de una tierra y un tiempo. La cámara de López-Linares se extiende, por tanto, sobre las tierras albarizas y, a momentos, querría irse abajo con las raíces en búsqueda de la fértil frescura que encierra el subsuelo. El espectador siente el tirón físicamente. De la tierra se eleva a la historia. No sé cuántas veces se habla de generaciones y de bisabuelos en la cinta. De decadencias, como es natural, pero también de recuperaciones esplendorosas, o sea, de esperanza. Y se recrea en la aristocracia de los propietarios, por supuesto, pero a la vez en las de los oficios, desde los viejos toneleros a los posmodernos sumilleres, tratados todos con una misma noble mirada velazqueña.

A la entrada del cine se discutía el tema del momento: el rupturismo rampante del populismo 2.0. Pero a la salida estábamos vacunados. El palo cortado es un antídoto: el tiempo (el pasado y el futuro en el paréntesis de una copa) son un bálsamo para el presente. El Arcipreste de Hita hoy describiría, con su sal gorda, la batalla campal entre el don Cannabis y doña Copa de jerez. Para aquellos preocupados por la actualidad política: un sorbo de palo cortado. No falla.

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