QUE sepan ustedes, amables millones de lectores de esta columna, que les deseo lo mejor en este año que empieza. Es verdad que también les deseé lo mismo hace un año y no ha dado resultado, pero la culpa no ha sido mía ni de Zapatero, sino de los mercados, eso es, que nos han tenido con el cuello pisado sin dejarnos respirar. Bueno, pues ya no está Zapatero, sino Rajoy, con su flamante Gobierno, pero siguen los mercados y todo lo que les rodea. Y tiene uno la impresión de que, en esos ambientes tan mercantilistas, los cien días de gracia no existen, y si existiesen, sería a cambio de unos intereses que nadie podría aguantar. Así que lo que tenga que venir, que venga rápido, porque el cuerpo ya lo tenemos hecho.

Pero la verdad es que los andaluces tenemos en estos principios de año motivos más que de sobra para sentirnos contentos, porque somos, así es la vida, el claro objeto de deseo de más de uno. Se han dado cuenta de que nos quieren, y por eso nos halagan, nos buscan, nos miman, nos elogian. ¡Qué habremos hecho nosotros, Señor! Pues nada, no hemos hecho nada, o mejor dicho, nos quieren tanto por lo que no hemos hecho, o sea, que nos quedan todavía las elecciones. Así que estamos en el papel de la doncella, o el doncello -no la vayamos a liar con la del género- cuyo preciado tesoro se lo disputan los galanes o galanas. Somos algo así como la última llave, la conquista final o la derrota definitiva. Y como eso lo vamos a decidir nosotros, más o menos, valemos lo que valemos.

Resulta que, además de las elecciones, tenemos congresos, donde también se elige. El PP y el PSOE han escogido Andalucía para hacer sus cónclaves nacionales. Mientras que los populares tienen claro que su presidente seguirá siendo Rajoy, y de ahí para abajo, lo que diga Rajoy, los socialistas lo tienen más crudo porque, a estas alturas decantado ya Rubalcaba, no saben cuántos competidores tendrá. Rubalcaba nos quiere, y por eso se vino a Sevilla a confesárselo a Griñán. Y también nos quiere Carme Chacón, que en días atrás declaró su amor por el PSOE andaluz y, todavía más, vaticinó su próxima victoria. Pero no se crean ustedes que nos quieren por interés, por el interés de que Andalucía será decisiva para elegir secretario general, sino por amor. Y no importa lo tarde que llegue el amor, si es del bueno y verdadero.

Tan contentos estamos con tanto cariño recién descubierto que, si no fuera por el millón de parados, por las empresas que se cierran, por tantos jóvenes frustrados, por tanta indignación y por tanta desesperanza, estaríamos dispuestos a creernos aquello tan bonito de Andalucía imparable.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios