Alfajores en Internet

De toda la vida, los alfajores se han comprado en el transcurso de una excursión a Medina Sidonia

Comprar alfajores de Medina Sidonia en Internet es posible; pero es también una ordinariez del siglo XXI, y no aporta nada a la I+D+i de los clústers. Cualquier año de estos, pudiera ser que a los alfajores, a los amarguillos y a las tortas pardas los incluyan en la modernización industrial, a través de alguna ITI, y que los despachen con robots, pero se debería huir de eso. De toda la vida, los alfajores se compran en el transcurso de una excursión a Medina Sidonia, mayormente en Sobrina de las Trejas, en la plaza de España, así como en otras pastelerías, como la de Nuestra Señora de la Paz, que tiene el nombre de la Patrona. Igual que el queso payoyo de toda la vida se compraba en una excursión a Villaluenga del Rosario. Igual que los quesos de Grazalema se compraban en Grazalema y los de El Bosque en El Bosque, y así.

En otros tiempos, no hacía falta convertir Medina Sidonia en un gran Belén (pero sin las intifadas provocadas por Trump) para que acudiera la gente en su Seat 600 o su Renault Gordini a comprar los alfajores. En esa población siempre han sido diferentes, y con un certificado de garantías, que parecía anterior a Boabdil, o incluso del traslado de la diócesis asidonense a Cádiz. Porque el alfajor de Medina siempre nos ha parecido mucho más moruno que los pinchitos.

En el reportaje que publicó Alicia Ruiz sobre los alfajores asidonenses se decía que la empresa Aromas de Medina, que es la de más volumen en la producción, ya cuenta con 60 empleados en campaña. Y en Sobrina de las Trejas decían que lo siguen haciendo igual que a finales del XVII. Todo eso le aporta un carácter entre artesanal e industrial, con una gran capacidad de crecimiento, si se compara con Estepa, donde han convertido a los mantecados y polvorones en un modo de vida para muchas familias.

Los alfajores todavía son un aliciente para el turismo, sobre todo el de cercanías. Personas que aprovechan el puente y van también a los fríos de Grazalema, o a las zambombas de Jerez. Los alfajores se debaten entre las posibilidades que tendrían para aumentar las ventas, siguiendo las técnicas de marketing de Estepa, o ceñirse a límites más modestos aunque más artesanales. Ocurre con ellos lo mismo que con otros productos gastronómicos de la provincia, que se podrían promocionar mejor.

En todo caso, el alfajor adquirido por Internet no sabe igual que si vas a Medina Sidonia a comprarlo. Esto parecerá una estupidez científica, pero es así, y no se sabe por qué. Lo mismo que pasa con los quesos payoyos de Villaluenga del Rosario.

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