Desde mi cierro

Pedro Mª González Tuero

Agosto

Yya es agosto, casi el final del verano. Porque con esto del cambio climático y el calentamiento de la leche, el estío comienza en junio y fenece en agosto. Es un mes nostálgico por excelencia, de conclusiones y buenos propósitos para septiembre, de empezar a pensar en preparativos y echar una mirada atrás al desatino y a los desmanes monetarios que, en este mal llamado año de la crisis, más bien el del paraíso zapateril de nuestras culpas, se acentúa aún más el arrepentimiento en las conciencias gastadoras. Aunque, poco ha habido que gastar, porque no hay, solamente unos pocos, los privilegiados de siempre, que aún les queda del ladrillo para tirar y de la caja negra en donde escarbar.

Y agosto en La Isla, el mismo cantar. Mientras en la vecina Chiclana dicen que volverán las aguas por su antiguo cauce, porque ya no vale lo que hay o porque son más los que quieren seguir, después de la interrupción cuatripartita, chupando del bote. Y esto es así. En La Isla el contubernio es bipartito, pero son menos los que no, no es lo mismo que en Chiclana. La señora Pedemonte y el señor De Bernardo forman por ahora un matrimonio bien avenido y no se ven fisuras conyugales por ahora, y repito por ahora porque después, cuando queden unos meses para las elecciones, todo esto se desandará, y comenzarán a resplandecer sin fregar los platos sucios de la temporada. Pero agosto es diferente, los políticos se van de vacaciones, porque para ellos no hay puta crisis, a Doñana o al quinto coño, da igual porque les sale gratis, como siempre.

Dicen también que esta malintencionada crisis se nota en los chiringuitos de la playa, ya de La Barrosa o ya en Camposoto, aunque, mi yerno Raúl, propietario de uno de ellos en la costa chiclanera, dice que no para. Pero claro, más bien lo que ocurre es que el personal al tener poco, pero sí muchas ganas de vivir, el concepto hedonista de la vida se impone ante tantas trastadas. Ojalá vuelva esta doctrina clásica en pensamiento y obra, y el euro, entre otras muchas cosas, se vaya al carajo.

Así, mis celosillos amigos de La Bodeguita, el elegante Andrés Marín o el bueno de Juan Camacho "el Coca", me dicen ante este panorama que, en las próximas, va a ir a votar Rita "la Cantaora". Con razón.

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