LA grandeza del fútbol está en lo inverosímil de este deporte y de la forma de actuar de los diferentes equipos, donde cada club es un mundo. Incluso en cada entidad, la política a seguir varía notablemente entre unos dirigentes y sus sucesores. La catedral del fútbol ha acogido seguramente a los mejores porteros de la liga española. Iríbar o Zubizarreta son claros exponentes de ello.

Lo sorprendente de la situación es que el Athletic haya recurrido para suplir la baja de Gorka Iraizoz a un portero que está llegando al ocaso de su carrera profesional, aunque la edad no es un impedimento si está bien físicamente. Pero un jugador que no está jugando en Segunda llega como complemento de la plantilla de un equipo de la máxima categoría que está comprometido en la lucha por no bajar de categoría.

En la despedida de Armando hubo lágrimas y agradecimientos. En las diez temporadas que el portero vasco ha estado bajo la disciplina del Cádiz, posiblemente sea el que mayor división de opiniones haya cosechado. Los aficionados se han dividido entre los que consideran al de Sopelana como el estandarte de este nuevo Cádiz de la era de Antonio Muñoz y los que lo tienen por un portero que le gusta adornarse y que sólo aceptó la suplencia esta última temporada.

En lo social, están por un lado los que consideran que fue protagonista de la salvación del equipo en el año 2000 y por otro los que creen que ayudó a Muñoz a recuperar el paquete mayoritario de acciones, con las medidas de fuerza y las amenazas de huelga antes de viajar a Ceuta, para de esta manera conseguir concesiones e involucrar a las instituciones.