LAS personas con diabetes podemos llevar una vida saludable y normal pero, para ello, hace falta contar con una herramienta básica: la educación terapéutica. La formación diabetológica es la vía para aumentar la calidad y la cantidad de vida.

Esta patología debe tener cuidados fundamentales para que la vida de los que somos diabéticos sea lo más parecida posible a la de los que no la sufren. Entre estos requisitos: unos hábitos alimenticios saludables, realizar ejercicio físico regular y seguir el tratamiento farmacológico. El autocontrol, mediante la medición de los niveles de glucosa en sangre, independientemente del tratamiento que se siga, es crucial en la toma de decisiones sobre el plan de alimentación, ejercicio o tratamiento farmacológico. Estos cuidados pueden parecer obvios pero sorprendentemente los pacientes seguimos encontrándonos con numerosas barreras por parte de las administraciones públicas para que proporcionen educación en diabetes. Apostar por políticas orientadas a la formación terapéutica contribuiría a que el colectivo adquiera los conocimientos para el correcto control y tratamiento, permitiéndonos adaptarla a nuestra vida cotidiana, y no al contrario, como ocurre. Esta medida reduciría el desarrollo de otras enfermedades crónicas y disminuiría el gasto sanitario.

El Día Mundial de la Diabetes, que se celebra el 14 de noviembre, es el marco perfecto para reclamar y exigir una educación diabetológica por parte de las administraciones públicas como mejor método para la consecución de una vida saludable de las personas con diabetes. Se trata de invertir en la autonomía y capacitación del paciente. La pregunta del millón: ¿por qué todavía no se hace?