El Carnaval no es la vida, aunque intentemos vivir (o soñar) del (con el) Carnaval. La vida nos espera a la vuelta de la esquina en un lunes con cara de pocos amigos donde Doña Cuaresma con las manos en jarras y sonrisa cruel vigila los horarios, la comida y el nivel de visibilidad de nuestras ojeras. La vida está a la vuelta de la esquina, toda vez hayan quedado lejos los reglones torcidos por los que hemos caminado durante una semana de la manita del amigo Don Carnal. A la vuelta están los remordimientos y las obligaciones, como francotiradores, no, mejor, como vulgares asaltantes, decididos a caer sobre nosotros para dejarnos desnudos e indefensos antes de enfrentar la realidad. Con el Dios Momo muerto y enterrado y la Bruja Piti presintiendo ya la barbacoa, enfilamos el sendero que lleva a la normalidad y la rutina. Tararee bajito un estribillo y avance, sí, pero haciendo tipo... El Carnaval no es la vida, pero ayuda a vivirla.

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