Corren vientos de cambios. Son de momento quizás sólo una leve brisa, pero algo está empezando a cambiar. El Puerto parece que se despereza de su letargo y sus habitantes, que habitualmente han tenido fama de apáticos e indolentes, se desperezan.

Esa es la sensación que me queda después de las últimas convocatorias públicas vividas en la ciudad, dos citas muy importantes que quizás los gobernantes no habían sabido calibrar en su justa medida. Primero fueron los pensionistas, que indignados por la pírrica subida anunciada por el gobierno de Mariano Rajoy, que no les dará a la mayoría de ellos ni para un café al mes, se echaron a la calle de forma espontánea, congregando a personas que no son las habituales en las concentraciones que estábamos acostumbrados a ver en la plaza de Peral. Estas concentraciones semanales, que comenzaron casi con un boca a boca y una indignación generalizada que corría por lo bajini como la pólvora, han venido a más hasta desembocar en un movimiento más organizado que mañana sábado tendrá una cita importante, con una manifestación que partirá a las doce del mediodía desde la Plaza de Toros y culminará, alrededor de hora y media más tarde, ante el Ayuntamiento. A la cita están convocados no solo los pensionistas y jubilados, sino también otros colectivos como los desempleados o los jóvenes, que le están viendo las orejas al lobo con el futuro más bien gris de las pensiones que nos esperan.

Otro hito importante en estos últimos días fue la movilización feminista del pasado 8 de marzo. Contra el pronóstico de algunos agoreros, que pensaban que sólo se movilizarían los colectivos feministas más recalcitrantes, lo cierto es que emocionaba ver esa larga columna de mujeres, y también algunos hombres, recorrer la ciudad demandando algo tan sencillo y obvio como la igualdad entre sexos. Ni más ni menos.

Tanto en la concentración celebrada por la mañana como en la manifestación de por la tarde la presencia de mujeres fue amplísima, con muchas caras que no eran las habituales en este tipo de actos. Y es que, pese a lo que a veces pueda parecer, estamos vivos, estamos muy vivas, y más de uno debería tomar nota.

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