De fuera vendrán y te criticarán. Como aquellos, los menos, turistas sabelotodo que recriminan e injurian a los vecinos del centro cuando sortean obstáculos con el coche para poder utilizar su plaza de garaje. No soy de aquí, no sé que antes de la peatonalización ya había viviendas. Pero de fuera vendrán y te juzgarán, sin tener ni idea. Qué fáciles se ven las cosas desde la barrera.

Esta semana un paisano nuestro ha sido foco de los medios capitalinos y víctima de la tendencia a criticar desde el desconocimiento. Juzgar, según las costumbres de la capital, una realidad lejana. ¿Cuántos de los que nos critican han pisado El Puerto? Todo sigue la inercia del ignorante que descalifica al andaluz por vivir del PER, las subvenciones y no dar un palo al agua. Todo falacias. Ahora le ha tocado a Ángel León encarnar la figura del terrateniente déspota. Te ha tocado a ti esta vez, paisano, ser el centro de las críticas centralistas propias de la envidia.

De fuera vienen a echar por tierra el trabajo de los demás. Cierto es que las fotografías del citado piso no muestran mucha comodidad y confort. Sin embargo, desde la perspectiva de la capital, ¿cuántos becarios se ven obligados a vivir en Madrid en condiciones similares? ¿Acaso las grandes ciudades representan la excelencia en la gestión de recursos humanos?

De media, un becario que reside en Madrid, pero que procede de otras geografías, no tiene las mejores condiciones del mundo. Normalmente vivirá en alguna ciudad dormitorio, a una hora como mínimo en tren desde su casa al trabajo. Compartiendo piso con no pocas personas. Y lidiando cada día con un precio medio de vida en el que una cerveza y una tapa no sale por menos de 8 euros.

Los stagers de Angel León viven en El Puerto. ¿Cómo se monetiza el valor de disfrutar de un espacio de bienestar como es El Puerto? Los becarios de Ángel León son la envidia de muchos jóvenes que han tenido que dejar nuestra tierra en busca de un trabajo. Manutención, alojamiento y formación, a la vera de la Bajamar, en ese espacio de trabajo que es un paraíso para los sentidos como es el Molino de Mareas.

Lo trendy es trabajar en un espacio con futbolines y paredes con frases aspiracionales en las paredes. Lo de trabajar en uno de los mejores restaurantes del mundo, como que carece de valor. Desde fuera, y en este caso, desde lejos, todo se distorsiona. Y de paso, se critica gratuitamente.

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