Análisis

José Macías Martín

A título personal

En 2019 se cumplirán también 75 años de la Virgen de la Amargura como cotitular

Séame permitido manifestar aquí, a título personal, que desde los inicios de nuestra hermandad en aquellas fechas del 11 de mayo de 1939, quien iba a pensar que sería la de nuestros amores, tanto para mi inolvidable hermano Juan Antonio -que tuvo una entrega total hasta el último instante de su vida- como para mí porque fuimos entre no pocos, los niños que suscribimos la hoja de inscripción en la misma y de los que intentamos vestir la túnica en aquel primer Lunes Santo histórico para la Semana Santa de 1942, en que procesionó por vez primera, la cofradía con una Sagrada Imagen de Jesús Nazareno que recibía cultos en la Iglesia de la Divina Pastora.

Si bien no alcanzamos túnica ni mi hermano ni yo, entre otros, porque la hermandad no disponía del número suficiente para atender a la gran demanda, puesto que era la única hermandad, que en ese momento, admitía que formaran niños en su cortejo. Las otras seis existentes no permitían esta circunstancia.

Sin embargo, sí fue posible que el Lunes Santo de 1943, fecha importantísima para la hermandad y para sus hermanos, puesto que en la misma tuvimos el privilegio, no sólo de vestir la túnica, sino de acompañar a nuestro amantísimo titular, el Señor de los Afligidos, que procesionaba por vez primera y que sería quien nos marcara nuestro camino de Fe. Quiere decir que el venidero Lunes Santo de 2018, se cumplirán 75 años de la presencia, como titular de la hermandad, de la sagrada y venerada imagen del Señor de los Afligidos. Y si Dios me concediera la gracia, por supuesto inmerecida, de encontrarme en condiciones físicas de vestir el hábito nazareno de esta mi querida Hermandad, se cumplirían 75 años de forma ininterrumpida formando parte del cortejo procesional, con la edad de 86 años. Comprendo que no sería muy normal.

Fue aquella tarde-noche, del Lunes Santo de 1943, como si una mirada del Señor, se clavara en nuestra alma, de tal manera, para no olvidarse a lo largo de nuestras vidas. Vino a ser como un punto de partida y de hecho lo ha sido, para ver, entender y sentir el amor del Señor, que conservamos con una gran ilusión y esperanza en nuestro corazón.

El Señor es la seguridad, firmeza y consistencia para nuestra vida. Solo Él es "camino, verdad y vida" para llegar al puerto seguro de la gloria eterna. Él es la única esperanza para el mundo. Él es como afirma la constitución Gaudio et spem, del Concilio Vaticano II: "El centro de la humanidad, el gozo del corazón del hombre y la plenitud total de sus aspiraciones" (45).

El camino seguido por la hermandad a lo largo de estos años, ha sido un camino de amor a nuestros venerados titulares, de esfuerzo, de entrega e ilusiones, de peticiones silenciosas, de expresiones y acciones de gracias al Señor por las numerosas bendiciones que ha derramado en cada uno en particular y en las familias cristianas-cofrades, en general, porque Él, el Señor, por intercesión de su bendita Madre de la Amargura, ha sido el hilo conductor de la vida de la hermandad en todas sus vertientes.

Teniendo en cuenta que el Lunes Santo de 2019, se cumplirán 75 años de la presencia de Nuestra Señora de la Amargura como cotitular de la hermandad, creemos que, salvo mejor criterio, las dos efemérides podrían celebrarse, sí así se acordara, de forma conjunta, con la dignidad y solemnidad que siempre ha puesto de manifiesto nuestra hermandad en sus diversas actividades y porque los dos, el Señor y su bendita madre, han ido siempre junto e irán en el futuro, como es deseable.

Si así se considerase, por quienes gobiernan la hermandad, el que suscribe ofrecería desde ese momento, el proyecto que tengo redactado, por si, una vez conocido, pudiera ser de alguna utilidad.

Para finalizar, deseo expresar mis sentimientos, en el sentido que el venidero año 2019, debería ser un tiempo muy especial, de amor y devoción, para el Señor de los Afligidos, que es "el rostro visible de la misericordia del Padre" y para su bendita Madre de la Amargura, que es "la primera intercesora" y también de gracias para sus hermanos y fieles devotos.

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