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Análisis

Carlos a. dÍAZ

No pueden verse fantasmas donde no los hay

No tiene razón, señor Cervera. No. Por más que insista en que lo que ha hecho el Cádiz durante los dos útimos años no se está valorando como debería, lo cierto es que pocos entrenadores a lo largo de la centenaria historia del club gaditano pueden presumir de contar con el favor del entorno que usted goza. Un entorno que incluye, por supuesto, todo, absolutamente todo, lo que rodea al equipo amarillo. Empezando por la afición y terminando por los mandamases, pasando, obviamente, por unos medios de comunicación que de manera mayoritaria aprueban con buena nota su trabajo.

Ni que decir tiene que ese trabajo ha venido acompañado de unos resultados incontestables, de entrada con el tan inesperado como merecido regreso a Segunda en aquel inolvidable play-off coronado en Alicante, y después, la pasada campaña, ya en la categoría de plata, con la meritoria clasificación para la fase de ascenso a Primera División. Sus éxitos le han otorgado un crédito que nadie pone en entredicho.

Siempre habrá quien de forma puntual, muy puntual, lamente la escasa brillantez del juego, la apuesta más defensiva que ofensiva como forma de conquistar los objetivos. Pero afirmar que el entorno, aunque saque del mismo a afición y club y apunte directamente a los medios, no valora lo que ha hecho, y hace aún hoy, es, simplemente, faltar a la verdad.

No, don Álvaro. Ni tiene motivos, ni es justo ni toca en estos momentos hablar de eso. Otros técnicos en tiempos pasados recibieron críticas que ni imagino cómo encajaría si fuera víctima de ellas. Igual ni se acuerde, pero todavía en la nube que supuso alcanzar la gloria en el Rico Pérez le aseguré que el cadismo jamás olvidaría lo que había hecho. Y creo que no me equivoco. Por favor, no vea fantasmas donde no los hay.

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