Bajo la imagen blanda de abuelita adorable que escribía cosas para niños, latía el corazón comprometido de una mujer luchadora que capeó los temporales de su época. Durante el franquismo no era fácil escribir y ser mujer, roja y lesbiana.

Pero de vivir hoy Gloria Fuertes (se celebra su centenario), en vez de La Oca Loca quizá tendría que inventarse a La Garrapata Beata, mascota de la moral de este neodogmatismo, tan rancio y tan español, que arremete otra vez.

La Garrapata Beata condecora a una imagen de la Virgen, adora que los niños vayan al fútbol y las niñas a hacer ganchillo, que la bandera nacional ondee a media asta durante una celebración confesional o que militares -un poder del Estado- vayan de figurantes en una procesión religiosa.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo La Garrapata Beata se ha convertido en la policía de nuestras libertades y nuestro comportamiento?

A ver, primero tomando a la sociedad civil como un ring para el activismo religioso. Segundo adelgazando su piel, pues se ofende con suma facilidad y padece "juzgaditis": a la mínima se agravia y te denuncia. Pero ojo, ella ve bien que las creencias influyan sobre los que elaboran las leyes y sobre quienes las aplican. Así se completa el círculo, con lo cual pecado y delito vuelven a ser la misma cosa. También es muy eficaz La Garrapata Beata haciéndose la perseguida. Ya ves. Y por último, usando la Tradición como infalible argumento.

La Garrapata Beata es la reina del pasito p'atrás. ¿Se podría proyectar hoy la peli La vida de Brian sin riesgos? ¿Es hoy posible aquí en Cádiz la chirigota 'Los tontos de capirote' sin que se líe parda? No sé, pero mientras "El novio de la muerte" ataca de nuevo, sólo falta que Bertín Osborne entreviste a Franco en su casa o en El Pardo. O que vuelva el TOP…

¿Qué está pasando? Tal vez la sociedad laica, la ciencia, la democracia y la educación ganan terreno, y La Garrapata Beata se ve acorralada y chilla más que nunca. Que traducido resulta: "Lo viejo que no termina de morir, y lo nuevo que no termina de nacer", que decía Gramsci.

Pero lo más intrigante es saber cómo nos hemos dejado.

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